Es la crisis, no el pánico
Hay pánico en los mercados y crisis en la eurozona. El primero refleja el miedo a la recesión mundial. Esta sería digna del pánico, pero sigue siendo solo una amenaza, no un hecho, y los responsables políticos no deberían lanzarse a responder. Los problemas de la eurozona, sin embargo, son reales y sistémicos, y exigen una respuesta política decidida. La crisis en la zona euro es la crisis propia de un sistema experimental y es difícil de resolver. Se ha extendido a Italia, un país que es demasiado grande para hundirse o ser rescatado. Los mercados están pendientes de que el Banco Central Europeo (BCE) ofrezca una ayuda excepcional, pero la atención debería centrarse en las políticas convencionales de los propios países.
Los planes de Italia para reducir su déficit fiscal son muy a largo plazo y tienen que acelerarse. El país puede reducir el rendimiento de sus bonos convenciendo a los inversores de que Roma tiene intención de seguir siendo solvente gracias a la rigidez fiscal. Recurrir al BCE para que compre bonos italianos, como ha hecho esta semana el ministro de Economía Giulio Tremonti, indica una falta de determinación. El Gobierno español también ha estado tratando de reducir su déficit fiscal, pero debería igualmente ir más allá y presionar más a los Gobiernos autonómicos para que saneen sus finanzas. Estos son problemas de voluntad política. Si este no es el momento de tomar medidas audaces, ¿cuándo entonces?
Lógicamente, las caídas de los mercados no carecen de riesgos para los bancos, los inversores y los consumidores, cuya solvencia, fortuna y confianza pueden verse dañadas. Pero los responsables políticos mundiales y de EE UU no deben emular el miedo de los mercados y apresurarse a emprender más relajaciones cuantitativas para estimular la economía mundial. Es cierto que el mundo se ve afectado por los males de Europa. Es incuestionable que algunos datos han sido más flojos y que la recuperación de EE UU es decepcionantemente lenta. Pero no está claro que la economía de EE UU esté encaminándose otra vez hacia la recesión. El crecimiento en Asia sigue teniendo buena pinta. La economía mundial podría resultar más resistente y menos necesitada de relajación cuantitativa que los mercados.
Y la Reserva Federal debería recordar que uno de los factores que disuade el gasto de los consumidores es el elevadísimo precio del crudo y otros productos básicos. Eso en sí es un reflejo de la relajación cuantitativa y la debilidad del dólar, las cuales han provocado un aumento de la inflación en todo el mundo que ha obligado a China, India y muchos otros a subir los tipos y frenar su crecimiento. En vez de más relajación cuantitativa, puede que el mundo necesite que se supriman algunos de los desafortunados efectos secundarios inflacionistas que ha tenido la política para los mercados. -
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