Sabor con hondura

En 1844 nacía un fino llamado a convertirse en el símbolo de esta bebida: Tío Pepe. El nombre es un homenaje a José Ángel de la Peña, conocido como Tío Pepe por su parentesco con el fundador de la bodega, Manuel María González. Hombre bueno y jovial, experto en la crianza del vino generoso, tenía por costumbre tomar copas con los amigos de aquel fino primordial, elaborado con uva palomino mediante el sistema tradicional de "soleras y criaderas". Con gran perspicacia propuso su comercialización. El éxito fue espectacular.

Actualmente se comercializan en el mundo más de 12 millones de botellas de este fino. Un clásico que ahora nos ofrece la versión más genuina, esa experiencia que solo se podía tener visitando la bodega y degustando el fino recién sacado de la bota por el golpe maestro del venenciador. El primero en ofrecer esta posibilidad de tomar el vino "en rama" fue Barbadillo, con sus "sacas" estacionales. Ahora lo hace González Byass para deleite de los amantes de fino. Con un color amarillo pálido, tenuemente velado por los restos de la "flor" (levaduras que flotan sobre el vino en la bota de roble), el vino nos cuenta su historia al hilo de la degustación. La nariz evoca hierbas aromáticas, fruta, levadura y frutos secos; los minerales dicen de la tierra albariza; los más punzantes hablan de madera y alcohol. Las sensaciones en boca, secas y elegantes, se encadenan y despliegan con ritmo, precisas, cadenciosas. La finura acaricia y envuelve. Nace la evocación salina, el sabor con hondura.