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Reportaje:EN PORTADA

Cadáver desconocido, personaje de novela

Q de quién está basado en un homicidio sin resolver que ocurrió en el condado de Santa Bárbara en agosto de 1969. Lo que sirvió de catalizador para el libro fue una conversación que mantuve con el doctor Robert Failing, un patólogo forense retirado, que estaba sentado a mi lado durante una cena. Yo acababa de terminar el manuscrito de P de peligro y empezamos a hablar de qué iba a hacer a continuación. El doctor Failing mencionó a una víctima sin identificar, una mujer cuyo cuerpo había aparecido en una cantera en Lompoc, California, a una hora al norte de Santa Bárbara. Él había hecho la autopsia y, de acuerdo con el protocolo, la Oficina Anatómica Forense se había quedado con su maxilar superior y su mandíbula. Confiaba en que la dentadura de la víctima permitiera a alguien reconocerla. Por desgracia, o nunca se había denunciado su desaparición o la denuncia nunca había llegado a conocimiento de los detectives que se habían encargado del caso. A lo largo de los años me han ofrecido incontables ideas para argumentos, "asesinatos verdaderos", homicidios "sacados de la vida real"..., pero este fue el primer caso que capturó mi imaginación. El 11 de enero de 2001, el doctor Failing y yo nos entrevistamos con el sargento detective Bill Turner y el comandante Bruce Correll, de la Oficina del Sheriff de Santa Bárbara. Los cuatro fuimos a Lompoc a ver la cantera en la que se había encontrado el cadáver. Poco después, en un gesto de increíble generosidad, me dieron una copia de la carpeta sobre el caso, que contenía notas, informes de las investigaciones y fotografías en color y en blanco y negro del cuerpo y la zona en la que se había encontrado. También me dieron fotografías de sus efectos personales, como unas sandalias de cuero y unos pantalones cosidos a mano, de una tela con margaritas de color azul oscuro y puntos rojos sobre fondo blanco. Mi fascinación por el caso reavivó el interés de los investigadores policiales y se habló de la posibilidad de exhumar los restos para intentar hacer una reconstrucción facial, con la esperanza de identificar a la víctima. Había problemas de presupuesto, no solo por el coste de la exhumación, sino por el gasto que suponía contratar a un escultor forense para que, a partir del cráneo y las mandíbulas, pudiera crear una posible imagen de la fallecida. Además, también estaba la cuestión de darle un funeral como era debido, un acto que nos pareció fundamental. De modo que me ofrecí a financiar el plan. El 17 de julio de 2001 volvimos a ir a Lompoc, esta vez al cementerio en el que habían enterrado a la joven 33 años antes. Exhumaron su cuerpo y lo llevaron a la Oficina Anatómica Forense del condado de Santa Bárbara. Bill Turner ya había contratado los servicios de Betty Gatliff, una escultora forense de prestigio internacional que vivía en Norman, Oklahoma. Se le enviaron el cráneo, el maxilar superior y la mandíbula de la víctima para que hiciera la reconstrucción facial. Mientras tanto, yo había empezado a escribir un relato sobre una joven que corría una suerte paralela a la de nuestra víctima no identificada. Utilicé todo lo que pude detalles de la carpeta que me habían dado: fragmentos del informe de la autopsia, notas sobre el caso y los informes de las investigaciones llevadas a cabo por los detectives. Todos los demás personajes y sucesos que aparecían en mi historia me los inventé. A mediados de septiembre de 2001, Betty Gatliff completó la reconstrucción de la cabeza de la víctima y devolvió sus restos, junto con numerosas fotografías en color, cuatro de las cuales decidí incluir en el libro. La fallecida volvió a ser enterrada el martes, 26 de febrero de 2002, en un servicio dirigido por un capellán de la Oficina del Sheriff. Han pasado 10 años desde que se publicó la primera edición de Q de quién. A pesar de que ha habido muchas pistas, la víctima sigue sin identificar, pero mantenemos la esperanza de que un lector que vea algún día las fotografías reconozca a la joven y llame para dar alguna información.

Más información
La coartada de la normalidad

Sue Grafton (Louisville, Kentucky, 1940) ha publicado recientemente la novela U de ultimátum (traducción de Victoria Ordóñez. Tusquets. Barcelona, 2011. 464 páginas. 20 euros), perteneciente a su serie Alfabeto del Crimen. www.suegrafton.com.

Nueva York, 1978.
Nueva York, 1978.LEONARD FREED / MAGNUM

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