¿Hablamos de ingresos y no solo de gasto público?
Se acaban de aprobar unos presupuestos en Cataluña con recortes en la sanidad (14%), en la educación (del 15% al 33%, dependiendo de los centros) o en la cooperación con los países del sur (55%). Hay, sin embargo, una solución mucho más justa que los gobernantes rehúyen, que consistiría en aumentar la presión fiscal sobre quienes más tienen.
Y se puede entender con este ejemplo: un trabajador español paga el 78% de los impuestos que paga un trabajador similar en Suecia, mientras que un rico español paga solo el 20% de lo que paga su homólogo sueco. Cataluña ha suprimido el impuesto de sucesiones porque se especula que, si no, los ricos se llevarían sus patrimonios a otras autonomías que han eliminado este impuesto. O también las grandes sociedades de inversión, las SICAV, pagan un 1% de impuestos y se dice que, si se les subiera, se irían a otros países. Pero en Bolivia, las multinacionales petroleras pagaban solo un 18% de impuestos y se quedaban el 82% restante. Al llegar al Gobierno, Evo Morales proclamó que estos porcentajes se tenían que invertir porque no era posible que Bolivia fuera pobre situada sobre tan grandes yacimientos de petróleo. Estas empresas alertaron que, si esto se aplicaba, no les sería rentable la extracción y deberían irse del país. Como entre ellas había una española, el Gobierno de Zapatero protestó enérgicamente y clamó justicia para su multinacional. Pero se subieron los impuestos hasta cuotas de entre el 50% y el 75% y las petroleras no se han ido porque siguen haciendo grandes beneficios.
De España tampoco se marcharían la mayoría de ricos, empresas y sociedades. Si fuera así, no habría empresas en Francia, Alemania o Suecia y todas estarían en Burkina Faso, donde los impuestos son bajísimos.
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