La gran escuela del baloncesto
La federación española trabaja con 350 jugadores a partir de los 12 años e impone un sistema de objetivos y tutores que ha reportado 48 medallas desde 2000
Recién aterrizado ayer de Varsovia, tras celebrar el oro del Europeo sub 18, Ángel Palmi, el director deportivo de la Federación Española de Baloncesto, se engancha al televisor para ver a otros de sus niños, los sub 16, barrer a Rusia (75-47) y casi asegurarse su presencia en los cuartos de final del Campeonato de Europa de la categoría. Palmi no ha deshecho la maleta en todo el verano. Tres Europeos y tres oros para España. En las selecciones sub 20 masculina y femenina (títulos inéditos hasta ahora), y en la sub 18 masculina. Hasta 27 victorias y ninguna derrota. Y el jueves, rumbo a la República Checa para acompañar a los cadetes a por el cuarto oro en un ciclo mágico. Ninguna selección ha repetido presencia en el podio en los tres Europeos salvo España, que además ha celebrado un triplete de oros. A los que se suma la plata que la pasada madrugada ganaron las chicas en el Mundial sub 19, perdida la final ante Estados Unidos (46-69) en Chile.
Ya no se busca el baloncestista con talento, sino potenciar el talento en cada uno
"Cada año se entrena menos, pero más específico", dice Palmi, el director deportivo
Palmi se siente como el director de una gran escuela con alumnos desde Primaria hasta la Universidad. En total, 350 jugadores en todas las categorías, desde los 12 años hasta los séniors, 18 grupos de trabajo y unos 150 preparadores. Todo como una maquinaria única y bien engrasada. "El punto de inflexión", cuenta Palmi, "fueron los júniors de oro de 1999, los Pau, Navarro... Ellos entendieron la competición como disfrutar. Desde entonces no hay que explicar ni repetir la filosofía. Se transmite de los hermanos mayores a los pequeños. Hay una dinámica global. El espíritu pasa de una generación a otra. Los sub 18 vieron todos juntos ganar a los sub 20, los sub 16 han visto a los sub 18... Y todos sacan el orgullo: 'Si ellos han ganado, nosotros también'. Los valores de trabajo en equipo, de competición, de luchar contra la presión, se transmiten. Tienen la misma fe y garra. Los seleccionadores son más maestros que entrenadores".
La federación cuenta con un programa de detección de talentos desde hace más de 20 años. Pero la filosofía ha mudado desde los orígenes. El concepto inicial era encontrar el jugador "maravilloso", con talento. "Pero eso es algo muy puntual. Además, a Ricky Rubio se le ve solo", dice Palmi. "El objetivo ahora es ayudar a cada jugador a descubrir su talento y potenciarlo. No hay ninguno, ni en la selección absoluta, que pueda hacer más de dos o tres cosas. Se han especializado. Y eso hacemos con los niños". ¿Y el estilo de juego de cada selección? "Hay obligación para cada equipo y cada técnico de aplicar la táctica al servicio del jugador".
Una comisión de seguimiento y tutoría marca unos objetivos específicos para cada niño -como mejorar las penetraciones, el tiro exterior, los movimientos en la zona...-, se pactan con cada chaval y con su club y se revisan año a año. Cada chico, pues, sabe en lo que tiene que centrarse para seguir superando escalones. Para ayudar en su formación, después de cada campeonato se editan vídeos específicos sobre cada muchacho y se les dan a los propios chavales y a los clubes.
La federación cuenta con tutores para bases (Ana Junyer y Jaume Comas), para aleros (Manuel Aller y Rosi Sánchez) y para pívots (Juan Orenga y Betty Cebrián). Ellos llaman a los clubes, siguen a los jugadores y hablan con ellos a través del correo electrónico y las redes sociales. "Y en la selección no les enseñan otras cosas, sino las que deben mejorar. Cada año se entrena menos, pero más específico", analiza Palmi; "ese es el camino. Es un entramado que no tiene nadie en el mundo".
Siete de los 12 jugadores que ganaron el oro sub 20 han debutado ya en la ACB. Entre ellos, el madridista Nikola Mirotic, una de las joyas de la cantera española y que ha estado cerca de ser convocado para el Europeo absoluto (del 31 de agosto al 18 de septiembre) que ahora preparan Pau Gasol y compañía. La generación del ahora pívot de los Lakers abrió el camino. Desde 2000, el baloncesto español ha conseguido 48 medallas en todas las categorías. La escuela funciona.
Límite a los nacionalizados
Hace 10 años, la selección absoluta jugó el Campeonato de Europa, que se disputó en Turquía, con el estadounidense nacionalizado español Chuck Kornegay en sus filas. Aquel equipo ganó el bronce. A finales de este mes, el conjunto que ahora dirige Sergio Scariolo se plantará en Lituania con Serge Ibaka, congoleño con reciente pasaporte español y máximo taponador de la NBA. La meta es estar entre los dos finalistas para asegurarse el billete a los Juegos.
La federación, sin embargo, trata con mesura las nacionalizaciones. "Hay limitaciones", explica Palmi en referencia a la norma de la FIBA que impide llevar al Europeo a más de un nacionalizado por país, "y el nivel en España es tan alto que ha de ser alguien muy diferenciador. Si hay un jugador que llama mucho la atención, se estudia el caso. Si no, trabajamos con la cantera". El caso de Ibaka es, pues, especial. Y diferente al de Mirotic, de origen montenegrino, que fichó por el Madrid con 14 años y ya suma dos títulos con las categorías inferiores españolas.
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