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Columna
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Mercedes Alonso enseña sus cartas

Me parece natural que Mercedes Alonso renuncie al legado de Miguel Hernández, y no levantaré mi voz en contra de una decisión tan acertada. El precio que Elche debía pagar por la custodia de estos documentos era, a todas luces, excesivo. Nadie discutirá a los herederos de Hernández su derecho a obtener un beneficio por la obra del poeta; pero no veo que deban ser los ilicitanos quienes costeen unas exigencias tan desmedidas. Ahora, que me parezca bien la decisión de Mercedes Alonso, no supone que esté de acuerdo con su actuación tan demagógica. Afirmar que el ahorro obtenido en este asunto remediará la situación de muchas familias ilicitanas es un brindis al sol. El día que la alcaldesa de Elche publique con detalle de qué familias se trata y cómo piensa gastar ese dinero, ya hablaremos. Hasta entonces, debo desconfiar de una persona que ha adoptado la demagogia como línea de conducta.

¿Debemos honrar la memoria de una persona que prefería la dictadura a la democracia?

Quien siguiera con alguna atención la campaña electoral de Mercedes Alonso, no se habrá sorprendido de su proceder actual. Todo cuando ahora sucede, ya lo anticipaba el comportamiento de Alonso durante la campaña. En cada momento, esta mujer dijo a sus oyentes aquello que deseaban escuchar. Si se reunía con los afectados del Forum Filatélico, Alonso les prometía llevar sus reivindicaciones al Gobierno. Si los vecinos de las pedanías se quejaban del transporte público, les aseguraba que dispondrían de un servicio de taxi colectivo, aunque jamás dijera cómo haría tal cosa, ni calculara su coste. El punto donde más insistió Alonso fue en la creación de empleo. En Elche, el empleo se había perdido por la torpeza de los socialistas; en cuanto ella llegase a la alcaldía -aseguraba-, se remediaría la situación. Esto lo dijo Alonso ante los empresarios, ante las asociaciones de vecinos, ante... En cada reunión que convocaba, repetía, una y otra vez, que la creación de empleo sería su tarea prioritaria. Pues, bien, ya ha llegado Alonso a la alcaldía: ¿qué medidas ha adoptado para crear empleo? ¿Qué resultados se han obtenido?

Una de las decisiones más controvertidas de Mercedes Alonso ha sido suprimir una plaza dedicada a Dolores Ibárruri y cambiar el nombre de la avenida del Ferrocarril por el del alcalde Vicente Quiles. Al unir en un mismo acto los nombres de Quiles y Dolores Ibárruri, Alonso ha tomado una decisión política innecesaria. En política, las decisiones innecesarias son a menudo desafortunadas. Esta lo ha sido porque ha molestado inútilmente a numerosas personas que se han sentido ofendidas por la acción. Comprendo que a la alcaldesa de Elche no le guste Dolores Ibárruri, una persona situada en los antípodas de su ideología. Sin embargo, defendió la democracia con una pasión y un coraje que espero no tenga necesidad de demostrarnos nunca Mercedes Alonso.

Vicente Quiles, en cambio, jamás fue un demócrata, como él mismo reconoció repetidas veces. ¿Debemos honrar la memoria de una persona que prefería la dictadura a la democracia? A la alcaldesa de Elche le parece que sí, y algunos alegarán que esa es la grandeza de la democracia. Ciertamente, lo es. Pero me agradaría que nuestros gobernantes tuviesen el suficiente sentido común para no someter la democracia a una prueba tan vana. En todo caso, si la señora Alonso afirma que -a pesar de sus imprudentes decisiones- es una demócrata de corazón, la creeré. Aunque no encuentro ninguna razón por la que debamos poner la democracia a prueba, sobre todo si es a costa de eliminar la memoria del ferrocarril que, diga lo que diga Mercedes Alonso, es mucho más importante para Elche que la de Vicente Quiles.

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