Hitler enamorado
En un castillo de cuento vive un joven canciller rodeado de sus acólitos, que tratan de convencerle para invadir Polonia mientras él solo piensa en conquistar el amor. Así de simple es la premisa de Hitler in love, la última chifladura de Hernán Migoya. El corto, guionizado por el escritor ponferradino y animado por José Martínez, alias Bouman, puede verse en la web de Underbrain, un fanzine online que difunde películas difíciles distribuir por otros cauces.
A Migoya le persigue la controversia -¿o es Migoya quien persigue la controversia?- desde que su libro Todas putas se entendiera como una apología de la violación (en uno de sus relatos, un violador reivindicaba sus derechos como tal). Sin embargo, su carrera incluye desde la traducción de los cómics de Peter Bagge (Odio) hasta notables novelas (como la pulp ¡Quítame tus sucias manos de encima!), pasando por un estreno como cineasta mártir con el largo Soy un pelele. Su última aventura, el documental El milagro peruano, le llevó a entrevistar a Keiko Fujimori y Ollanta Humala, en el Perú preelectoral haciéndose pasar por periodista.
Hitler in love, que podría entenderse como su última astracanada, en realidad pretende servir como un alegato contra nuestros propios demonios. Y contra nuestros santos. "Siempre me ha hecho gracia cómo necesitamos sentir que todos los mitos son puros, tanto los buenos como los malos. Tenemos figuras que consideramos intocables y diablos abyectos. He utilizado esos recursos hagiográficos de la ficción para maquillar al personaje más demoniaco del siglo XX, Hitler, y convertirlo en todo lo contrario, un Che Guevara. Todo con ese trasfondo oscuro que desprende el mundo Disney", explica. Y asegura que le encantaría que alguien le diera la oportunidad de desarrollar un serial sobre Hitler enamorado a partir de este corto.
¿De veras no busca cierto escándalo? "Habrá quien se ofenda, pero se ve que es una parodia. A mí me ofende más ver a actrices maquilladas como si las hubieran golpeado en spots para denunciar la violencia machista. Yo creo que ya es hora de que abandonemos el discurso de lo políticamente correcto, de buscar fantasmas detrás de cada expresión artística. Hay que reírse. Lo que no tiene sentido es que vivamos en una sociedad donde la palabra antisemita sea más popular que semita". En ese sentido, asegura haber sentido cierta empatía con Lars von Trier cuando metió la pata en Cannes declarando que entendía a Hitler. "No niego que tuviera que pedir excusas, por supuesto que sí. Pero me hizo pensar en La broma, la primera novela de Milan Kundera, en la que una gracia del protagonista se malinterpreta como algo gravísimo. Ese sentimiento de extrañamiento, de sentirme completamente aislado, me es muy familiar".
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