El museo de todas las artes

Un picnic. Hasta ahí todo normal. Es verano y parece que pega. Pero un picnic organizado por Mugaritz -restaurante y centro de investigación gastronómica de prestigio internacional- en la azotea de un museo en Móstoles ya es otra cosa. El Centro de Arte Dos de Mayo (CA2M), que dirige Ferrán Barenblit, viene organizando cada jueves por la noche, desde mediados del mes de mayo, sus Picnic Sessions. Una forma de experimentar y de mezclar manifestaciones artísticas para abrir nuevos horizontes dentro de los corsés preconcebidos de pinacotecas y centros artísticos.

Ayer, los programadores de estas sesiones lideradas por el polifacético José Salas, pusieron la guinda a esta temporada con un picnic en toda regla. Un enorme mantel sobre la escalinata de la terraza del centro, en el que se podían degustar selectos productos traídos hasta Madrid (Móstoles) por Javier Vergara, otro de los chefs que profundizan en el proyecto gastronómico liderado por Andoni Aduriz. El restaurante Mugaritz dejó su sede habitual de Rentería por un día para trasladarse a Móstoles en un "picnic sin censura gastronómica". Y el CA2M se convirtió así en el museo de todas las artes.

Los asistentes descubrieron que hasta los manteles eran comestibles

Sobrasadas, tomates de huerto, chorizos y salchichones, productos envasados artesanalmente y ¡hasta una paella! pusieron la nota de sabor a los conciertos simultáneos que estaban previstos para esta última sesión. La merendola, a la que acudieron por centenares mostoleños y gentes venidas desde el centro de Madrid (con sombreros y sin sombreros de paja), estuvo acompañada inicialmente por los sonidos psicodélicos de Edredón, un quinteto de Carabanchel que presentó su primer elepé publicado el pasado febrero y titulado como ellos mismos. En él recopilan canciones minimalistas de atmósfera psicodélica y tono festivo.

"Celebraremos el día de San Hroznata, el santo de los hambrientos, con un picnic, música, comida, juegos y bailes", explicaba Javier Vergara. "Lo que importa es que compartes un gran mantel con personas con las que tendrás una experiencia única y que cada uno busque su pequeña sorpresa", añadía mientras los que abarrotaban la terraza se percataban de que hasta lo manteles eran comestibles.

Los organizadores explican así estas sesiones que regresarán el año próximo: "Abrimos la caja de Pandora en una búsqueda de nuevos formatos, cuya finalidad es la de compartir ideas que reflejen nuestra apuesta por las prácticas vivas. Un complejo puzle que invitamos a deshacer, rehacer y disfrutar descubriendo un sinfín de combinaciones. Un espacio de búsqueda cómplice con algunos de los interrogantes de la creación actual".

Ayer, mientras la paella llegaba a su punto, el fin de fiesta lo puso la banda americana Yacht, que hacia las 22.00 tomaba posiciones bajo la luz de la luna llena, solo unos días después del lanzamiento oficial de su nuevo álbum. Con nuevos miembros (Jeffrey Jerusalem, Bobby Birdman, Katy Davidson) que se unen a su gira, estos "héroes del hedonismo bailable de mil caras", como los definió Salas, pusieron punto final a las Picnic Sessions (este año han sido nueve), el último grito para reinventar un centro de arte.