Tour y Copa de Francia
Sorprendentemente, y a pesar del sol y el calor en Aurillac, comienza a llover minutos antes de que se dé el banderazo de salida. Todos se cubren bajo los toldos de los autobuses de equipo; personal, invitados, público, periodistas.... los corredores aún tienen unos minutos para apurar el aire acondicionado del autobús, así que se limitan a ver la tormenta desde su refugio. A la lluvia le sigue un granizo de una violencia inusitada. Del tamaño de canicas, cae con fuerza asustando a los protagonistas bajo el techo de chapa de su cobijo. Pero Voeckler, orgulloso portador del maillot amarillo que no tiene tiempo que perder en su disfrute, acude tranquilo al control de firmas bajo el aguacero disfrutando de cada uno de esos instantes.
La etapa parecía una de esas carreras en que los equipos franceses dan espectáculo
La carrera sale ya con el asfalto seco. Sale loca, como era previsible, y enseguida se forma la fuga buena del día, formada por seis corredores, cinco franceses y un italiano, este último enviado por su equipo como protector de Hoogerland a la hora de luchar por los puntos en las cotas de montaña. Evidentemente, Johnny bastante tiene con pasar el día como buenamente pueda -al igual que Flecha-. Finalmente, Johnny terminó en un grupo a casi seis minutos del ganador, pues se dejó llevar tras el violento ataque de Gilbert -al que también se le sumó en colaboración el propio líder Voeckler- en la última cota del día, de cuarta categoría, a tan solo 15 kilómetros de la meta de Carmaux. Flecha terminó la etapa en el grupo anterior, a 5m 33s, con similar táctica y resultado.
Con la fuga ya consolidada, la etapa más bien parecía una de esas disputadas carreras de la Copa de Francia -calendario nacional de carreras profesionales- en las que los duelos y las disputas entre los grandes equipos franceses configuran el espectáculo. Un Cofidis, un AG2R, un FDJ, un Saur-Sojaun, además de un Astana -con un corredor francés-, y el mencionado Vacacansoleil, el equipo de Johnny. Por detrás, al mando del pelotón y sin dejar que la diferencia se disparase en exceso, el otro equipo francés en escena, el Europcar de Voeckler. Protegiendo a su líder tal y como corresponde, y con el afán de que ninguno del resto de equipos franceses le robase protagonismo a sus momentos de gloria.
El HTC de Cavendish tomó el mando después de la primera hora de carrera -la más rápida de lo que llevamos de Tour, 51,6 km/h-, y consiguió que la escapada significase una anécdota en la etapa ante la previsible nueva victoria de Cavendish. Pero apareció Greipel, antiguo compañero y amigo del británico, ahora ni una cosa ni la otra, para aguar la fiesta y el show del hombre de la Isla de Man. Y en un sprint que fue algo más que un ejercicio físico extremo, un puro duro duelo de egos, se impuso la bestia alemana -por algo le llaman Hulk- ante la precipitación de Cavendish.
Hoy más de lo mismo. Cualquier otra cosa sería igual de sorprendente que la tormenta de ayer por la mañana.
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