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Reportaje:

La tercera despedida

Tras dimitir como coordinador en 2009 y como presidente en 2010 Madrazo cae por la 'vendetta' del PNV

Nadie podía imaginar un final así para el excoordinador general de Ezker Batua Javier Madrazo. El rostro visible del acercamiento de la formación de izquierdas al nacionalismo, que alcanzó su punto cumbre con su entrada en el Gobierno tripartito con PNV y EA, no resistió el misil lanzado por los peneuvistas en el pleno del pasado jueves en Juntas, que revelaron la negociación B exigiendo puestos y dinero a cambio del voto favorable de sus junteras.

Con una capacidad de influencia casi mesiánica entre sus fieles, la obsesión de Madrazo fue siempre crecer en estructura. Muy curtido en batallas internas -"es un especialista en tener un voto más que los demás", señala una persona que trabajó bajo su ala en el Gobierno vasco-, solo se le conoce una derrota interna, cuando intentó, sin éxito, hacerse con el control de la coordinadora Gesto por la Paz, de la que fue fundador en 1986. Al no conseguirlo, creó la Plataforma Cívica Bakea Orain (Paz Ahora). "Es de estos que si no gana la partida pincha el balón", dice un dirigente de Ezker Batua que nunca compartió sus postulados.

"Es de los que si no gana la partida, pincha el balón", dice un opositor
Desde el Gobierno vasco, Madrazo tejió una nutrida red clientelar
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Madrazo, un rara avis en el ala izquierda de la izquierda, es un hombre de profundas creencias cristianas. Nacido en Riaño (Cantabria) en 1960, se trasladó junto a su familia a Euskadi cuando apenas tenia un año, instalándose en el barrio bilbaíno de Rekalde, donde aún reside junto a su mujer y sus dos hijos, Itxaso y Ander. Cursó estudios de Ingenieria y Teología, pero terminó licenciándose en Filosofía, materia que imparte ahora en un instituto de la capital vizcaína.

En 1995 accedió al puesto de coordinador general. Desde entonces se mantuvo fiel a su estrategia: EB tenía que entrar en gobiernos de distinto color para seguir creciendo en estructura, aumentando su número de asesores y liberados para ir movilizando cada vez más gente de cara a los comicios electorales. Aún a costa de desdibujar el programa y dar la impresión de que dirigía un partido que se acercaba siempre al sol que más calienta. En 1998 impulsó que EB firmara el pacto de Lizarra junto a partidos, sindicatos y fuerzas nacionalistas, un preludio de lo que ocurriría en 2001 con su entrada en el Gobierno tripartito como consejero de Vivienda y Asuntos Sociales.

Madrazo aprovechó su lugar destacado en el Ejecutivo para tejer una nutrida red clientelar gracias a subvenciones y puestos para los afines, un mecanismo que le permitió tejer alianzas de todo tipo para aplacar las tensiones internas y marginar a sus opositores. El apoyo al plan impulsado por el lehendakari Juan José Ibarretxe, aun manteniendo la propuesta federalista de EB, le granjeó críticas procedentes de diversos dirigentes de IU. Entre los hitos de su paso por el Gobierno destacan la Ley de Suelo y la de Servicios Sociales.

Las dos legislaturas de acercamiento al nacionalismo terminaron pasándole factura a EB: en 2009 perdieron dos de sus tres parlamentarios. El propio Madrazo, que encabezó la lista por Vizcaya, quedó fuera del Parlamento. Dimitió poco después como coordinador general, pero situó en el cargo a una persona de su máxima confianza, Mikel Arana. El adiós fue simplemente un hasta luego, porque aterrizó en un puesto creado a medida para él, el de presidencia. Meses después, Arana engrosaría la larga lista de madracistas que terminaron alejándose de su mentor.

En mayo de 2010, la batalla interna coge otro cariz tras el intento de los madracistas de expulsar a nueve personas del Consejo Político. Para mitigar el daño ante el revuelo causado, Madrazo dimitió como presidente, aunque sus fieles le mantuvieron en el cargo en la web oficial.

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