Vanidad de variedades
Ningún arte escénico ha pasado crisis como la del circo, que en los años setenta en España rozó el punto de no retorno: derribado el Price y con los empresarios del ramo articulando sus espectáculos en torno a personajes de la tele, el arte redondo por excelencia quedó desmayado y exangüe. Tan abajo cayó, que desde ahí solo podía remontar.
Mientras que en Francia se creó una gran escuela estatal y otras locales, nuestro circo siguió recibiendo escaso apoyo institucional. Algo está cambiando. El nuevo Price y el futuro circo del centro de las artes de Alcorcón, son signos de que las administraciones públicas ya no dan solo buenas palabras por respuesta. Al hilo del estreno del cabaré Crazy love cabe hacer algunas observaciones sobre el papel que a nuestro circo municipal corresponde desempeñar.
CRAZY LOVE
Dirección y dramaturgia: Olga Margallo y Antonio Muñoz de Mesa. Dirección musical: Germán Díaz Guerrero. Circo Price. Hasta el 7 de agosto.
Los números encajan en un hilo de acción dramática muy bien llevado
En ausencia de otros recintos estables, al Price le competen tres labores: ser puerta de entrada de la creación contemporánea no convencional, hacer producciones de calidad para el gran público y promover jóvenes valores. En un contexto de servicio público se entiende mal que ande produciendo espectáculos de variedades cómo Crazy love, propios de una empresa privada.
En Crazy love hay dos números extraordinarios: el de malabares, con sombreros, cajas de puros y pelotas impulsadas con todas las partes del cuerpo por Kris Kremo, divertido y originalísimo, y el de Mykola Shcherbak y Sergi Popov, campeones del mundo con el equipo acrobático nacional ucranio, cuyas inverosímiles figuras en equilibrio mano a mano son de una precisión prodigiosa. Es el primer cabaré del Price donde los números encajan en un hilo de acción dramática, muy bien llevado por la espléndida actriz Petra Martínez, en su salsa cuando improvisa.
El buen trabajo de estos artistas, de la orquesta o de la stripper La Perla Negra, entre otros, no impide que salgamos preguntándonos por qué se gasta la pólvora del rey (más bien de la incipiente república de ciudadanos indignados) en salvas improductivas en lugar de potenciar programas propios de I+D como Crece, que anualmente da a noveles brillantes la oportunidad de trabajar en equipo con un director de escena prestigiado.
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