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Columna
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El alcalde y De la Torre

El alcalde de Málaga, al menos dos veces por semana, no está de acuerdo con lo que dice Francisco de la Torre, alcalde de Málaga. A ustedes les parecerá un hecho extraño, pero créanme si les digo que no es algo tan excepcional. Ocurre con más frecuencia de lo que ustedes se imaginan. El otro día, sin ir más lejos, De la Torre anunció que iba a bajar hasta un 50% el sueldo de algunos gerentes y cargos de confianza de su equipo de gobierno. Pues fue decirlo, y un día después ya pensaba justo lo contrario. De la Torre habló de la dificultad de rebajar los sueldos a la mitad y lo importante que era que los altos cargos tuvieran unos emolumentos acordes con el "mercado".

Hay algunos martes que el alcalde piensa distinto del lunes. Le pasó con su candidatura electoral. Llamó a su despacho al que era concejal responsable del Instituto Municipal de la Vivienda para decirle que no contaba con él. Y un mes después conformó su equipo de gobierno colocando a este exconcejal no solo al frente del área que había tenido sino que le añadió la delegación más importante: Urbanismo. Diego Maldonado, que así se llama el afectado, al no ir en la candidatura tuvo que entrar como concejal delegado, no electo. Hasta dos ediles más han tenido un recorrido similar. En mayo no servían para repetir, pero en junio eran los fichajes estrella del alcalde con la nueva Ley de Grandes Ciudades.

De la Torre, algunas mañanas, no coincide con lo que piensa De la Torre por la tarde. Y el hecho tiene su trascendencia, ya que esta disparidad de criterios ocurre en asuntos de importancia. Por poner un nuevo ejemplo, el alcalde cambió una mañana al superintendente de la Policía Local por el jefe de la Academia de la Policía Local, mientras, por la tarde, cambiaba al jefe de la Academia de la Policía Local por el superintendente de la Policía Local. Ocurría exactamente igual en la gerencia de la radiotelevisión municipal y el área de comunicación de ProMálaga, la empresa pública de la que depende la propia radiotelevisión municipal. El alcalde ha pensado que una persona que no era la adecuada para seguir al frente de un área es justamente la idónea para llevar el área de la persona que la sustituye en el cargo.

A veces ocurre que el alcalde de Málaga y De la Torre parecen dos personas distintas. Ha pasado con el que fuera su concejal de Urbanismo en la pasada legislatura, Manuel Díaz. El edil fue descartado por De la Torre tras verse implicado en una polémica adjudicación de la explotación de una piscina municipal y unas obras en su casa que inició con una licencia por un valor menor de lo ejecutado. Fue no incluirlo en la candidatura y anunciar de inmediato que Díaz volvería de nuevo. De la Torre le llegó a fijar incluso la responsabilidad concreta que iba a tener, aunque la condicionó a que fuera archivada judicialmente la causa que un juzgado abrió por la polémica adjudicación de la piscina. Ha sido anunciar la fiscalía el archivo de la investigación y salir corriendo Manuel Díaz a un puesto de trabajo en una empresa privada, consciente el hombre de las dificultades para entender los designios que le tenía preparado el alcalde.

Pareciera que De la Torre necesita al propio alcalde de Málaga para tener cierta oposición en el Ayuntamiento. La práctica ausencia del PSOE en la pasada legislatura y la exigua representación municipal de los socialistas en esta que acaba de iniciarse, hace que se vislumbre todo lo contrario de lo que pudiera parecer. O sea, en vez de un mandato tranquilo, una legislatura donde el principal problema del alcalde de Málaga puede ser el alcalde de Málaga con una mayoría absoluta mayor de la que tenía. Sin apenas oposición en el Ayuntamiento y con la Diputación en manos del PP, pueden ser muy duros los próximos cuatro años si al final gobierna también su propio partido en la Junta.

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