_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Analogías

Rubalcaba lanza la idea de seleccionar a los futuros educadores mediante un sistema de prácticas, realizadas en las propias instituciones educativas y remuneradas con un sueldo modesto. Tal y como lo propone, un procedimiento análogo al sistema MIR (médico interno residente) que funciona en nuestra sanidad. No es una idea despreciable como sugerencia, pero es una mala analogía porque la sanidad tiene poco que ver con la educación y porque es vaga en su formulación. No sabemos si se refiere principalmente a la prueba objetiva a escala nacional para seleccionar a los aspirantes, es decir, un test de conocimiento, a la formación remunerada durante cuatro años en el centro, o simplemente al éxito aparente que se atribuye al sistema MIR.

En cuestiones sociales circulan algunas ideas que están aceptadas por casi todo el mundo, que se repiten constantemente, pero que solo contienen algunas verdades mezcladas con muchos errores. Son estereotipos muy peligrosos, porque solo sirven para estrellarse con la realidad una y otra vez. Deberíamos desmontarlos uno a uno, separando lo que tienen de útil de la simplificación excesiva. Me refiero, por ejemplo, a eso de que todos los políticos son corruptos, a que tenemos a la generación joven mejor formada de la historia, a que nuestra sanidad pública es estupenda, o que la educación salvará a nuestro mercado de trabajo. Son verdades envueltas en muchas mentiras, que solo sirven para alimentar nuestra pereza mental.

Nuestros estudiantes de medicina tenían una buena formación teórica, pero no sabían hacer casi nada. Eso lo solucionó razonablemente bien el sistema MIR. A cambio, sus conocimientos profesionales disminuyeron bastante. Y los efectos colaterales fueron devastadores. Las Facultades de Medicina ya no forman a los profesionales, solo a los aspirantes a MIR. Si además convertimos al Hospital Clínico Universitario en un hospital más de la seguridad social, la Facultad de Medicina se queda sin contenido o, al menos, con muy poco. Muchos me contestarán con cifras, datos y planes de estudio, pero en el fondo saben perfectamente que tenemos mejores técnicos y peores médicos.

Y contra los argumentos técnicos, un chiste malo de hace décadas y mucho peor ahora. Se decía entonces que cuando un Rector se moría y era castigado con el infierno, lo condenaban a dirigir una Universidad con dos Facultades de Medicina. Por lo visto, no había nada peor ni más sádico que sacar adelante dos instituciones de este tipo. En la actualidad florecen como geranios, todo el mundo quiere tener una o dos o muchas, públicas y privadas, porque las escuelas de aspirantes a MIR ya no producen muchos problemas, sin hospitales propios ni títulos profesionales todo son ventajas y beneficios institucionales.

¿Queremos hacer lo mismo en educación? Y, metidos en faena, por qué no un Político Interno Residente.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_