'Culines' de verano
Una Ruta de la Sidra une 20 locales de Gijón. Y además, 'llagares' y 'spas' donde triunfa la manzanoterapia
Dicen que es la única bebida que te sirven en su justa medida, el culín, y cada vez que necesitas beber. Los atentos escanciadores tiran el líquido dorado desde dos metros de altura haciendo vibrar el fino cristal de los vasos para oxigenarla y ofrecerla fresca y burbujeante. Después se arroja el poso al suelo, dicen que para devolver a la tierra lo que esta te dio (o para limpiar el borde del vaso compartido, poniéndonos prosaicos). Esta bebida milenaria, casi un sinónimo de Asturias, se puede explorar en Gijón este verano a través del folleto Ruta de la Sidra (descargable online).
La ciudad está plagada de sidrerías, merenderos y llagares (donde se produce la sidra). Más de 20 establecimientos que ofrecen menús tradicionales convenientemente regados con sidra (25 euros por cabeza). Además se podrán visitar los llagares y conocer los detalles de esa transformación casi alquímica entre la manzana, el mosto y la sidra, barril mediante. El concejo de Gijón aglutina la mayor producción de la región, con 22 empresas. El llagar Trabanco (Lavandera, s/n) es uno de los más longevos. "Siendo una casa tan antigua, casi noventa años, en cada rincón de nuestras bodegas se encuentra un pedacito de historia", explica Yolanda Trabanco, responsable de hostelería de la casa. "Ofrecemos un viaje desde la manzana, pasando por las bodegas, hasta una degustación, un minicurso de escanciado y de vocabulario relacionado con la sidra: mostramos la forma en la que aquí vivimos la sidra".
Hasta en China
Buena parte de la vida social asturiana transcurre en los corros en los que, pasándose el vaso unos a otros, nativos y visitantes degustan la bebida y parlamentan. Las sidrerías se diseminan por las callejuelas del antiguo barrio de pescadores de Cimadevilla, que se encarama al cerro de Santa Catalina, por los alrededores de la plaza Mayor o por el centro de la ciudad. Uno de los mejores lugares para ir de sidras es la sidrería Tino el Roxu (avenida de la Costa, 30), incluida en la ruta: "Enseguida notamos cuándo viene alguien de fuera, porque se queda con el vaso en la mano y no se bebe la sidra del trago", explica el dueño, Florentino Mañana, que ha escanciado por medio mundo. "Hasta en China tienen fotos mías", dice. "La sidra pega con muchas cosas, pero nosotros ofrecemos un menú con pastel de cabracho, pote asturiano, entrecot y lubina".
Tradición, pero también novedad: algunos spas ofrecen la manzanoterapia, que explota los beneficios de la manzana para el organismo y se aprovecha en tratamientos de belleza y salud. En el Jardín Botánico Atlántico se pueden conocer además diferentes especies de manzanos y manzanas. La sidra también quiere batir récords: el último fin de semana de agosto, miles de personas se reunirán para escanciar en la playa de Poniente y entrar en el Libro Guinness de los récords. El año pasado fueron 8.000 almas.
Aprovechen, podría decirse que la sidra es una bebida anticrisis: una botella cuesta entre 2,40 y 2,70 euros y da de beber a unas cuantas bocas. Otros lugares recomendables son La Galana (Plaza Mayor, 12) y Requexu (calle del Rosario, 14, en Cimadevilla). "La sidra nunca falla", como dice Tino el Roxu. Pero, ojo, aunque parezca que no, se sube a la cabeza.
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