El PNV dice que EB le pidió 39 puestos por su apoyo en Álava
El PNV desnudó ayer sus frustradas negociaciones con Ezker Batua (nombre de Izquierda Unida en Euskadi) para asegurarse los dos votos que le permitieran conservar el poder en la Diputación de Álava. Lo hizo tras arrojar la toalla, una vez que apenas 70 afiliados de EB decidieron votar a su propia candidata -Nerea Gálvez- y así facilitar que el PP recuperara el poder en esta institución con la investidura del periodista Javier de Andrés (Vitoria, 1967) como diputado general al sumar sus 16 votos y los 9 del PSE.
El candidato del PNV desgranó ante las Juntas Generales de Álava el listado de prebendas que Javier Madrazo, ex coordinador general de EB y consejero del Gobierno de Juan José Ibarretxe (PNV), les pidió junto a otros miembros de su sector a cambio de los dos votos: un crédito de 600.000 euros sin garantías, colocar a 39 afiliados en diferentes organismos sociales y culturales, un puesto en el Consejo de Administración de Caja Vital y otro para la hermana de Madrazo en la Obra Social de la BBK. Tras escuchar estas imputaciones, Nerea Gálvez se apresuró a desmentirlas.
Agirre, en su discurso para defender su reelección, relató cómo el brazo derecho de Madrazo, Serafín Llamas, situó el punto de partida de las posteriores negociaciones: "Aquí hay dos mesas [de negociación]: la mesa A [dinero y puestos] y la mesa B, el programa. Si ustedes cumplen parte de la mesa A, bajarán las exigencias de la mesa B". En su deseo de aportar más datos, añadió: "Serafín Llamas nos exigió que si firmábamos un acuerdo, lo hiciéramos en un solo documento, que custodiarían ustedes exclusivamente".
La reacción más contundente a este cúmulo de acusaciones vino desde el actual coordinador general, Mikel Arana, que aseguró no conocer el contenido de las negociaciones y reaccionó, por medio de un duro comunicado, situando a las junteras y los afines a Madrazo "fuera de la organización" y lamentando que EB incumpliera el mandato de la dirección federal de IU de impedir Gobiernos del PP.
En el aspecto político, con su victoria, el PP redondea su máxima cuota de poder en Álava, ya que suma el puesto de diputado general al de la alcaldía de Vitoria, con Javier Maroto.
Los populares se encontrarán con la dura realidad de gobernar en una provincia con un mapa político fragmentado, en minoría, y con la oposición planteando cuestiones radicalmente opuestas a las del programa de los populares para salir de la crisis económica. Eso sí, la apelación de De Andrés al consenso fue rápidamente aceptada por el PSE, en un escenario inédito en Álava. De hecho, los socialistas se negaron hace un año a apoyar una moción de censura que el PP les reclamó como compensación al apoyo que en el Parlamento vasco prestan al lehendakari, Patxi López.
Por el contrario, el lado más amargo recae en el PNV, que ve reducido su poder en Euskadi a Bizkaia. El ala más soberanista de este partido confirma así su descalabro electoral, al sumar la pérdida de Álava a la de Gipuzkoa, mientras que el PNV vizcaíno, afín a las tesis más pactistas, mantiene intacto su poder territorial justo cuando se avecina la renovación del EBB y la elección del candidato a lehendakari.
Y es que el nuevo mapa político de Euskadi se consolida de manera asimétrica y abierto a un necesario cruce de acuerdos. El PNV extiende su poder en Bizkaia, Bildu lo hace en Gipuzkoa, y el PP en Álava, con el Gobierno vasco del PSE en el medio.
En cuanto a las dificultades que se presuponen para el próximo Ejecutivo de De Andrés, un dirigente popular lo relativizaba al augurar que será "como todos", y que tendrá que hacer "malabares" para garantizar la gobernabilidad del territorio, pero tienen en cuenta que el PNV necesitará apoyos en la Diputación de Bizkaia y siguen siendo socios preferentes del Gobierno vasco del PSE. Al menos la amenaza de una eventual moción de censura del resto de fuerzas opositoras parece esfumarse después de que Agirre demonizara a EB.
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