Nueva hierba, nuevas raquetas
Hasta 2001, año en que se cambió el suelo, Wimbledon alardeaba de tener el más bajo porcentaje de puntos ganados desde el fondo de la pista (19%) y una duración promedio del peloteo muy corta (2,8s). En las fotos de la época publicadas por EL PAÍS veíamos la zona de la red tan desgastada o más que la del fondo.
Pero la nueva hierba se asienta sobre una dermis más compacta y dura que favorece un bote más alto y aumenta el tiempo para restar. La hegemonía de los Sampras, Ivanisevic y demás sacadores entró en declive, el tiempo de los peloteos aumentó, los tantos empezaron a ganarse en el fondo y la epidermis de Wimbledon dejó de desgastarse cerca de la red. La hierba de Wimbledon dejó de ser lo que era y dio juego a tenistas peloteadores.
Los tenistas adaptan su juego a las diferentes superficies, pero no solo el juego. Las raquetas y cordajes se personalizan con las peculiaridades de los jugadores y del torneo que se disputa. A Nadal le sacan partido a su liftado, a Djokovic su rapidez en el saque y a Federer su golpe limpio, sin vibraciones, pero sin sensación de amortiguación. Para ello las raquetas varían las áreas de cordaje, aerodinámicas, equilibrios y empuñaduras. Los planes de cordado cambian y el tipo, grosor y tensión del cordaje, también. Nadal, con un área de cordaje de 645 centímetros cuadrados (por los 580 de Federer), una tensión de 25 kilos en todas las cuerdas, un plan de cordado de 16 x 19, el uso solo de poliéster (sin tripa) y la sección octogonal del cordaje, busca favorecer las altas revoluciones del liftado.
Las raquetas y cordajes del pasado condicionaban golpes con menor precisión y velocidad. Ahora, el marco de grafito y tungsteno de la raqueta de Nadal es mucho más rígido y ligero que los de las antiguas maderas. Y algunos dicen que en la última década (Nadal debutó en Wimbledon en 2002) lo que más ha avanzado son los cordajes. Pero el cordaje por sí solo no ayudaría en nada al aumento de revoluciones de un liftado. Por una razón: el cordaje difícilmente encontraría la bola si los marcos de las raquetas no se hubieran ensanchado y Nadal no podría liftar a las revoluciones que lo hace.
Xavier Aguado Jódar es Biomecánico del Deporte y Catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha.
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