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El 15-M se marcha de la plaza

Botella espera la retirada del campamento frente al Ayuntamiento de Valencia

Pablo Ferri

El 15-M deja oficialmente la plaza del Ayuntamiento de Valencia. El miércoles por la noche, pasadas las 22.30, se aprobó a mano alzada la itinerancia de las asambleas, que ahora viajarán semanalmente de barrio en barrio. Los indignados se liberan así de la acampada, que en las últimas semanas había perdido actividad en favor de las asambleas de barrios y pueblos y la organización de las comisiones en las redes sociales.

Ante esta decisión, la delegada del Gobierno en Valencia, Ana Botella, pidió ayer a quienes permanecen en la plaza, unas decenas de personas como máximo, que se retiren de la plaza "en breve". Así, explicó, el espacio podrá "recuperarse para el uso público de todo el mundo".

Hacía semanas que no se veía una asamblea tan concurrida. Las comisiones, barrios y pueblos, de común acuerdo, acudieron a la plaza para finiquitar la acampada como epicentro del 15-M. "Nosotros, dijeron, ya no somos esto; si [los que están en la plaza] queréis seguir, adelante, pero el 15-M es otra cosa".

José, uno de los indignados más activos desde que las protestas empezaron en mayo, resumió: "Abogo por la itinerancia de la asamblea. No es viable mantenerla aquí permanentemente. El 15-M, que solía generar simpatía, se organiza poco a poco en los barrios y quedarse aquí es una actitud inmovilista. Una asamblea general que es de todos no puede quedarse en el espacio de unos pocos", exclamó. Gran ovación, centenares de manos en alto, vítores.

Con las horas, el ambiente se volvió algo tenso. La mayoría quería votar, pero el micrófono bailaba de mano en mano para exhibir opiniones a favor y en contra de la rotación de las asambleas. En el fondo, se discutía el poder de la acampada. Si el corazón del 15-M dejaba de estar allí, si la mayoría decidía marcharse, ¿para qué mantener tanta carpa y tanta tienda si ya solo representaría a unos pocos? El núcleo duro, que lo entendía, quería, a toda costa, mantener un poder de representación que, visto lo visto, ya no les pertenecía.Además de la itinerancia de las asambleas, los indignados decidieron también levantar la mayoría de comisiones de la plaza del Ayuntamiento de Valencia. Ahora se reunirán periódicamente, bien en la plaza, como Acción, bien en un despacho, como Jurídica. La comunicación diaria funcionará a través de las redes sociales. De hecho, el 15-M creó hace unas semanas una red social, N-1, que cuenta ya con 19.000 integrantes en toda España. Además, está la web, acampadavalencia.net y Twitter.

"Lo importante es distinguir la acampada del 15-M", resumía Kelsang, de Prensa, sobre lo dicho en la primera hora de la asamblea. A las 21.00, la mayoría de comisiones ya habían avisado de que se marchaban, incluso la posta sanitaria dejaba de existir. Ya hacía semanas que muchas habían salido de la plaza. El miércoles, sin embargo, ocurría oficialmente. Los centenares de indignados que acudieron querían decidir, querían distanciarse de una acampada que, en su opinión, dejó de representar a la mayoría, dejó de representar a los miles de ciudadanos que participaron en las decenas de manifestaciones que se sucedieron desde el 15 de mayo contra la corrupción, los desahucios, la mala praxis financiera y cualquier abuso del sistema.

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La mayoría había acudido a decidir. "Hay que hacerlo", defendía Andrea, "esta sensación no se puede aguantar". Esa sensación la resumía un vecino de Meliana: "Había visto esta mañana en Internet que por la tarde se había programado una concentración en la plaza en solidaridad con los compañeros griegos", explicaba. "He pasado esta tarde, me he acercado a las tiendas, a las carpas y lo único que he visto es gente tumbada. Parecía que estaban al margen de la movida", criticaba enfadado. "La plaza rompe la horizontalidad", concluyó, "¡votamos hoy!". Jaume añadía que tenía sus dudas, pero que se había dado cuenta de que "en la plaza cada vez había menos gente", que "existe una problemática y resulta absurdo obviarla". Evitaban decir que querían el fin de la acampada, pero exigían, al menos, que dejase de representar al movimiento.

El núcleo duro, una pequeña minoría sentada en sillas en la delantera de la asamblea, mostraba su disconformidad. Al final, pese a sus intentos de retrasarla, se consiguió. Ahora el 15-M vive en todos los barrios, en los pueblos, en Internet. Vive en la marcha hacia Madrid, que ya va por la Font de la Figuera y vive en acciones como la acampada del pasado fin de semana en El Cabanyal.

Una vista del campamento de los indignados en la plaza del Ayuntamiento de Valencia, ayer.
Una vista del campamento de los indignados en la plaza del Ayuntamiento de Valencia, ayer.JORDI VICENT

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Sobre la firma

Pablo Ferri
Reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019).

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