La piloto valiente
Elena Rosell, primera española mundialista, debuta con dos caídas bajo la lluvia
Quiere que la llamen piloto porque, dice, no es feminista. El de ayer no fue su debut soñado. Seguro. La lluvia, incontenible; el asfalto, empapado. Y un reguero de aceite que interrumpió el trabajo de la primera sesión de entrenamientos libres de Moto2 y terminó por cancelar la segunda y cerrar el circuito para su limpieza hasta la jornada de hoy. El estreno de Elena Rosell (Manises, Valencia; 1986) ante el Gran Premio de Holanda se resume con un par de datos: dos caídas y penúltima en la categoría intermedia.
Pero ella, la primera mujer española que compite en el Mundial de motociclismo -antes lo hicieron la alemana Katja Poensgen, la húngara Nikoletta Kovacs y la checa Marketa Janakova, entre otras- no ha perdido la ilusión. Y tampoco busca excusas: "Los malos resultados no se deben a la lluvia. Llueve para todos igual y, aunque preferiría rodar en seco, siempre se me dio bien hacerlo en mojado. Ha sido difícil por la falta de experiencia".
"Pienso demasiado. A veces creo que debería ser más alocada"
El desconocimiento es total. Rossell no había estado nunca en el circuito de Assen y nunca había montado una Moto2 -llega desde la categoría Stock Extreme, del Campeonato de España-. El miércoles conoció el trazado holandés. "Hasta ahora no sabía si la primera curva era a derechas o a izquierdas", confesó. Por eso se dio una vuelta a pie, con un fajo de papeles e información, y otra en scooter, acompañada de Gino Borsoi, el director deportivo del equipo de Jorge Martínez Aspar, el que le ha dado la oportunidad de su vida al ofrecerle la Suter que dejó huérfana Julián Simón tras ser atropellado por Sofouglu en el GP de Cataluña. Y ayer se montó por vez primera en la moto.
Su habitual Kawasaki de 1.000cc y esta Suter de 600cc son "la noche y el día". Pero estuvo a gusto. "Era todo nuevo para mí, pero me he sentido cómoda. Es una moto muy ágil. Claro que he tenido unos percances inevitables. Sobre todo, cuando he vuelto a la pista tras la primera caída. He cogido confianza. Venía bajando casi tres segundos el tiempo anterior, pero, al tocar el freno a final de recta, me he ido al suelo".
La Moto2 es más pequeña y le permite adaptarse mejor a ella: "La postura es más encogida y la manejo mejor. Además, es más fácil acelerar y frena muchísimo". Con todo, como apenas lleva dos carreras con la Stock Extreme de este año y no se encuentra adaptada todavía, no ha tenido que cambiar demasiado su estilo. Dice que se distingue por ser muy fina sobre la moto: "Además, piloto con la cabeza. Pienso bastante, quizás demasiado. A veces creo que debería ser más alocada". En su contra dice que le cuesta transmitir a sus mecánicos con la suficiente seguridad sus sensaciones sobre la moto. Pilotos como Héctor Barberá o Nico Terol, con quienes compitió hace años, coinciden en su gran virtud: "Es muy valiente".
Al cambiar de categoría, y para poder controlar los 1.000cc, este año ha tenido que ganar unos cuatro o cinco kilos porque se ha visto obligada a adquirir más fuerza, pues, aunque afirma que bajo el casco son todos iguales, hombres y mujeres, con esa moto tan potente sí nota el hándicap del poder físico. "Me he tenido que aplicar más en el gimnasio, aunque, como hago triatlón, estoy acostumbrada. Ya trabajo mucho tanto con la natación como con la bicicleta".
No es la primera vez que se siente observada. "En la parrilla todos los pilotos suelen saber mis tiempos. Sin embargo, yo no me preocupo de los suyos". Su caso es todavía extraordinario: "Cuando somos pequeños, los niños juegan al fútbol y las niñas hacen gimnasia rítmica. Si una chica quiere hacer algo diferente, tiene que nacer de sí misma". A ella le nació. Y en su palmarés ya figura una victoria. Fue en el circuito de Albacete, en 2009, en la Kawasaki Ninja Cup. Ahora es la novena clasificada en el Stock Extreme, por delante de su novio, Javier Hidalgo, que lleva dos puntos menos que ella.
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