"La libertad de expresión en la Red requiere la firma y no un alias"
Isabel Aguilera viajó hace unos días a San Sebastián para compartir sus opiniones con los alumnos del Programa Ejecutivo en Dirección Financiera organizado por Deusto Business School y Elkargi.
Pregunta. En España hay cientos de jóvenes muy bien preparados que están en paro o sufren trabajos precarios. Han hecho los "deberes". ¿Qué pasa entonces?
Respuesta. No se puede pretender coger lo bueno de estos tiempos, pero no lo malo. Han recibido una formación que no tuvieron generaciones anteriores, pero es una utopía pensar que les espera la misma situación que antes. El terreno de juego ha cambiado y cada generación tiene unas complejidades. Ahora están muy bien preparados, pero tienen como dificultad, por ejemplo, que han de salir de su zona geográfica. Tienen además que abrirse a nuevas cosas, no pueden emplearse en las empresas de toda la vida, funcionando como antes. Trabajo es lo que queda por hacer. Cambiar el modelo competitivo de esta sociedad es un trabajo inmenso, que debe partir de las pymes, con la ayuda, o sin ella, de las instituciones. Y aquí hay oportunidad para ese cambio. Pero es que fuera, en países que hasta ahora no accedían a muchas cosas, queda todo por hacer: transporte, información, formación, sanidad, energía...
"Superaremos la crisis actual con la participación de las pequeñas empresas"
P. Pero en su libro habla sobre todo de multinacionales. ¿Qué futuro les ve a las pymes?
R. Nadie es bueno en todo. Por lo tanto, una gran empresa necesita de una nube de pequeñas empresas colaboradoras, que se tienen que internacionalizar con las grandes. Estamos condenados a competir globalmente, de manera que incluso las pequeñas empresas van a ser globales o no van a ser. La revolución de nuestras vidas ha venido de lo pequeño: del átomo, el gen y el bit. Y también nos ha tocado vivir la revolución de lo pequeño en cuanto al emprendimiento individual, a la pequeña empresa. Superaremos la crisis actual con esa participación del talento individual y de las pequeñas empresas; si no, no saldremos adelante.
P. Hacen falta ideas, pero también financiación.
R. Hacen falta ideas en marcha. Esas ideas se tienen que plasmar en un modelo de negocio y un plan de acción. Para ejecutarlo se necesita equipo y financiación. Y la financiación se consigue si ese plan está bien ejecutado y la idea es viable. Ninguna institución financiera, si ve que es un negocio, te va a negar el dinero. Y si te lo niega, a lo mejor te está haciendo un favor. Pero además hace falta una cultura que amalgame todo esto.
P. ¿El fracaso está todavía muy penalizado?
R. Se penaliza muchísimo, pero desde el colegio. Para empezar a cambiar esa mentalidad hay que repensar otras cosas, como el sistema educativo.
P. ¿Por dónde cree que debería ir el cambio?
R. Nuestro sistema educativo está basado en despertar la capacidad de análisis, de investigar, de adquirir la información, pero no en la capacidad de síntesis. Y los tiempos han cambiado. Tenemos la información al alcance de mano. Ahora es necesaria la capacidad de síntesis; de, con toda esa información, tomar decisiones y actuar. Por otro lado, el actual sistema educativo no es capaz de despertar capacidades imprescindibles para trabajar en equipo. Se basa en las capacidades innatas de cada persona. Y para trabajar en equipo también hay un método: comunicación, gestión de reuniones, argumentación...
P. ¿Usamos correctamente las nuevas tecnologías de la información?
R. No. Yo creo en la ley del péndulo. Antes decíamos: tecnología no, me da alergia. Y hemos pasado a vivir enganchados, por el mero hecho de engancharnos. La tecnología es una herramienta, y lo importante es hacer un uso inteligente y para algo.
P. Quedan por delante los retos de la privacidad y la seguridad en Internet.
R. Debemos autorregularnos. Internet ha nacido libre y debe seguir siendo libre, pero hay camino para que en Internet se pueda elegir qué es público y qué es privado. Debemos proteger la propiedad intelectual y preservar el derecho a la intimidad. Pero no sé cómo. Es lo mismo que con el coche. Puede ir a 260 kilómetros por hora, pero nos limitamos y ponemos un código de circulación. Y debe existir una justicia actualizada y rápida para que, si alguien se salta los "semáforos", pueda actuar en consecuencia. Y el límite de esa libertad de expresión que yo defiendo es siempre la responsabilidad y la firma, y no un alias.
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