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Protestas contra el Pacto del Euro

El 15-M se reafirma en paz en toda España

Decenas de miles de personas toman las calles y las plazas de las principales ciudades para mostrar su rechazo al Pacto del Euro en un ambiente pacífico

Patricia Ortega Dolz

Y el 19-J superó al 15-M. El movimiento de los indignados, que empezó como una reacción espontánea ante "las injusticias" del sistema socioeconómico imperante hace algo más de un mes; que siguió siendo un campamento-protesta; y que terminó diversificado en asambleas de barrio y alimentado en las redes sociales, volvió a demostrar ayer su vitalidad y, sobre todo, su gran capacidad para canalizar los sentimientos de hartazgo, desencanto y frustración de una parte importante de la población española.

Por lo que ocurrió en las principales ciudades de todo el país, donde se concentraron en sucesivas manifestaciones más de 200.00 personas (entre 37.000 y 42.000 en Madrid, según el cálculo realizado para Efe por la empresa Lynce; en Barcelona 98.000, según las estimaciones de este diario, 75.000 según el Ayuntamiento y 50.000 según los Mossos; 25.000 en Valencia, 10.000 en Alicante y 4.000 en Castellón, según los cálculos de este diario; 16.000 en Galicia, según los primeros datos de la policía local; 5.000 en Sevilla, según los municipales...), parece que la gente ha entendido perfectamente que los incidentes violentos ocurridos en los días pasados junto al Parlamento catalán no tienen nada que ver con el Movimiento 15-M, que había llamado a la movilización de los indignados de todo el país ayer y que cobró un especial protagonismo en la Ciudad Condal por aquellos antecedentes y el multitudinario seguimiento de la protesta.

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En las movilizaciones de Barcelona, las agresiones e insultos a los diputados catalanes desaparecieron del imaginario colectivo, tras un recorrido festivo en el que no se produjo ningún incidente. El movimiento había pedido a los violentos que no se presentasen a la cita. Y así ocurrió. El servicio de orden interno mantuvo un control estricto a lo largo de la manifestación, informa Jesús García. El único incidente se produjo cuando dos agentes de los Mossos d'Esquadra de paisano fueron descubiertos. Algunas personas les increparon, pero los responsables de seguridad del colectivo les pararon los pies y los policías se fueron del lugar hacia sus furgonas.

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Si alguien tenía dudas de cómo iba a responder el movimiento tras levantar los campamentos hace una semana, ayer se disiparon. Riadas de personas recorrieron las calles de las ciudades y tomaron sus plazas en un masivo gesto de reafirmación de ese espíritu de combate pacífico que viene caracterizando a los bautizados como quincemayistas por el escritor José Luis Sampedro, convertido en uno de los teóricos del movimiento tras prologar el libro ¡Indignaos!, de Stéphane Hessel. El 15-M volvió a demostrar ayer que difícilmente "el sistema" puede seguir mirando hacia otro lado ante tanto insatisfecho, tanto parado, ante tales dosis de decepción... Todo ese gigantesco sentimiento colectivo de indignación, simbolizado y proyectado al mundo desde una acampada de un mes en la Puerta del Sol de Madrid, ha obligado a los responsables politicos y financieros del país, con su ostensible presencia, a replantearse métodos y fundamentos.

Esta misma semana los indignados ya estaban hasta en la Junta de accionistas del Banco de Santander cántandole las cuarenta a su presidente, Emilio Botín, en una muestra más de lo complicado que empieza a ser para el sistema no contar con ellos.

En Madrid, columnas humanas perfectamente organizadas y sincronizadas partieron de todos los rincones de la capital, epicentro del movimiento desde sus inicios, para confluir en el corazón de la democracia representativa, las Cortes. El grito de llegada a las inmediaciones del Congreso de los Diputados se ha convertido en otro símbolo: "¡Que no, que no, que no nos representan!".

Con una plusmarca nacional de casi cinco millones de parados, los indignados parecen estar o venir de todas partes, dispuestos a dinamitar pacíficamente (también usando los códigos de la sociedad de mercado) cualquier acción o reforma destinada a preservar el actual estado de cosas, ya sea en ámbito laboral, educativa, ecológico o económico.

Precisamente ayer muchas de las pancartas manifestaban el rechazo al llamado Pacto del Euro, que se presenta desde Bruselas como una receta para paliar la crisis y fomentar la competitividad, y que propone más contención del gasto público (en prestaciones sociales y pensiones) y moderación salarial, además de mayor flexibilidad laboral. Todo un paquete de medidas que los indignados traducen como "más recortes sociales y laborales", señalaba Álvaro, estudiante y portador de esa pancarta en Madrid.

Si algo ha demostrado el 15-M, más allá del perroflautismo, de la inoportuna y siempre excesiva violencia de unos pocos (manifestantes y policias) y de la resistencia acampal de otros que se niegan a irse de la plaza, es que son muchos, como Amalia, una jubilada que se refugiaba a la sombra de los árboles del paseo del Prado durante la concentración, los que siguen dispuestos a decir que "ya está bien".

Imagen de la manifestación del 15-M a su paso por el paseo de la Castellana de Madrid con dirección a la plaza de Neptuno.
Imagen de la manifestación del 15-M a su paso por el paseo de la Castellana de Madrid con dirección a la plaza de Neptuno.SANTI BURGOS
A la izquierda, indignados de Barcelona, con la boca tapada. A la derecha, un manifestante de Bilbao muestra un cartel.
A la izquierda, indignados de Barcelona, con la boca tapada. A la derecha, un manifestante de Bilbao muestra un cartel.JOSEP LAGO (AFP) / LUIS A. GARCÍA

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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