El Eco vibra con ritmo centenario
La coral coruñesa promociona la música huyendo de la "titulitis academicista"
La coral en activo más antigua de la Península Ibérica cumple 130 años y no hay que ir muy lejos para encontrarla: la polifónica El Eco se encuentra en A Coruña. Alcaldes y barrenderos, jueces y dentistas, todos ellos con escasos conocimientos musicales pero sí mucho oído, comparten y compartieron el local de ensayo con pañales y llorones bebés en compañía de sus musicómanas madres. Y en el fragor de la melodía, alguno y alguna echaba el ojo al compañero que le hacía tilín. Estos melómanos que han dedicado su vida a promocionar la música gallega también se han atrevido con ópera, zarzuela e incluso comedia americana. En su repertorio figuran títulos como Aída, La Traviata, Madama Butterfly o La rosa del azafrán.
Las instalaciones de ensayo del orfeón hacían las veces de guardería infantil
"Hay coralistas que no saben leer partituras y cantan de oído", dice Paz
En sus comienzos, allá por el año 1881, El Eco nació como orfeón de la mano del famoso maestro Pascual Veiga, compositor del Himno Gallego. Esta agrupación estaba formada solo por voces masculinas que limitaban el acceso a determinadas obras. Una época donde la mujer quedaba relegada a cuidar de la familia. A principios del siglo XX se incorporan las primeras féminas acompañadas por sus hijos que correteaban por las instalaciones de ensayo que hacía las veces de guardería infantil, originando una ampliación del repertorio. En aquellos años la oferta cultural en Galicia era escasa y El Eco se erigía como el principal divertimento musical siendo en los cincuenta la única sociedad gallega que acercó la ópera a la ciudad.
Formada por 40 voces, en su mayor parte aficionadas, entre sus filas también se han dejado caer grandes figuras líricas, entre ellas, María Uriz, Antonio Campó y Fernando Navarrete. El nexo de unión de los integrantes de El Eco es su devoción por la música considerada como parte indispensable de sus vidas a la que destinan su tiempo de ocio. Hasta cuatro días semanales dedican a los ensayos conducidos por el director de orquesta Fernando V. Arias, para las veinte representaciones que realizan al año. Afición que ha fusionado profesiones totalmente dispares; desde barrenderos hasta alcaldes, pasando por jueces y dentistas. Y entre ensayo y ensayo también ha habido tiempo para el amor. "Muchas parejas se han formado en este local de ensayo. Aquí conocía a mi mujer". Así lo recuerda el documentalista de la coral y tenor Enrique de Paz que lleva 48 años en El Eco. Enrique fue el primer alumno de Alfredo Kraus a quien acompañó en sus giras internacionales durante tres años y con quien le unió una gran amistad. Entre los archivos de El Eco figuran partituras manuscritas de Pascual Veiga.
"No todos los coristas saben leer las partituras, algunos se las aprenden de oído", declara el tenor entre risas. Las obras se ensayan en el idioma original, así que la coral cuenta con traductores que enseñan a sus componentes la correcta pronunciación del texto. Obras cantadas en francés, inglés, italiano, alemán y hasta ruso. Pero la transcripción que recoge la coral está muy lejos de las estrictas normas fonéticas. "Cada uno escribe lo que oye como puede y así nos encontramos con transcripciones macarrónicas como esta: 'dek de jols uiz baugs of joli' en lugar del famoso villancico Deck the halls with boughs of Holly", comenta la tesorera de El Eco, Sabi Tarela.
Anécdotas graciosas no han faltado sobre los escenarios donde lo difícil era, según Sabi, "aguantarse la risa y seguir cantando". Desde espadas que se niegan a romperse, coralistas que, movidos por los nervios, matan a los tenores antes de tiempo, hasta mezzosopranos que tras tropezar tiran el decorado desapareciendo tras él sin dejar de cantar.
"El fin de nuestra coral es la promoción de la música", asevera Sabi, cuyo esfuerzo conjunto ha derivado en la creación de la Escuela de Música El Eco, que se inauguró hace un año. Su filosofía de enseñanza es el placer de dar a conocer la música en sí misma obviando "la titulitis academicista que le da sentido mercantil de negocio", comenta. Así, profesionales de distintas nacionalidades imparten clases magistrales de canto e instrumentos a alumnos de todas las edades, que avanzan según sus capacidades y sus gustos personales. De esta forma los aficionados a la música se alejan de las pautas regladas y el programa obligatorio por el que se rigen los conservatorios, para aprender y profundizar en las corrientes musicales que más les interese.
Ya el compositor austriaco Franz Liszt reflexionaba sobre el arte más espiritual: "La música es el corazón de la vida. Por ella habla el amor, sin ella no hay bien posible y con ella todo es hermoso". Cita que sin duda es compartida por todos los miembros de la coral El Eco que en su 130 aniversario sueñan con hacer llegar su pasión a todas las partes del mundo.
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