Esperanzas y retrocesos
Las últimas semanas nos han traído a los gallegos avances colectivos. Pero también estancamientos y retrocesos. Comenzando con la caja gallega, la aparición de José María Castellano en el escenario ha vuelto a generar esperanza sobre el futuro de un proyecto ensombrecido por falta de transparencia, credibilidad y capacidad de ilusionar. Dicho esto, es verdad que cada vez el proyecto se parece menos a contar con un banco controlado por una caja o una fundación. Los inversores privados que ahora entren van a hacer un buen negocio y, probablemente, acaben gobernando la entidad. En estas circunstancias, me parece que sería más que razonable que la Xunta estirase su capacidad de endeudamiento para convertirse en accionista. Poner encima de la mesa el 1% del PIB, más de 500 millones de euros, permitiría que la sociedad gallega siguiera participando de forma sustancial en los beneficios y en la orientación global del negocio bancario. Y ese 1% no es tanto si se compara el bajo endeudamiento de las empresas públicas gallegas con la media española y se tiene presente que es una inversión que va a generar una rentabilidad sustancial a medio y largo plazo.
Si el Gobierno central no adelanta más fondos, habrá otro ajuste del gasto antes del otoño
También hay que celebrar el acuerdo entre populares y socialistas para la reforma de TVG, aun a falta de que el BNG reconsidere su posición y posibilite un apoyo parlamentario pleno. Sin duda, la gran capacidad intelectual y de consenso de los diputados Puy y Leiceaga ha sido clave en todo esto. PP y PSdeG tienen en ellos un activo que por pura racionalidad deben cuidar.
Un estancamiento lo estamos padeciendo en la negociación por el pago del fondo de cooperación al que tiene derecho la Comunidad Autónoma, los famosos 243 millones de euros. Ya he argumentado varias veces en estas páginas a favor del anticipo y no merece la pena que insista en ello. Es verdad que en este asunto, como en muchos otros, el resto de las Comunidades Autónomas (CC AA.) depende en buena medida de la presión que sea capaz de ejercer Cataluña. Pero si al final la Administración central se enroca y no adelanta esos fondos a las CC AA. vamos a asistir a un nuevo ajuste del gasto antes del otoño. Y la verdad es que cada vez queda menos donde recortar. El incremento de impuestos no es una solución real a estas alturas de ejercicio. Pero sí debería pensarse en ello con vistas a los presupuestos correspondientes al ejercicio de 2012. Porque el próximo año los ingresos ordinarios no van a aumentar de forma muy sustancial y vamos a tener que devolver a la Administración central incluso más que en 2011.
Un retroceso preocupante es el que aparece reflejado en la última edición del Informe Ardán editado por la Zona Franca de Vigo. Aunque en su conjunto las empresas gallegas han sufrido menos la crisis, han optado por recortes en I+D y en innovación muy superiores a la media española. Cuando se han visto obligadas a cuadrar cuentas, han metido la tijera en las inversiones de futuro y hemos perdido en un año el avance relativo que habíamos conseguido en 10. Los datos del INE apuntan en sentido similar. Y ello, a pesar de que los resultados de las encuestas realizadas muestran que para un porcentaje creciente de las empresas, ya más de la mitad, su futuro (y el nuestro) pasa por la calidad, la marca, la internacionalización y la innovación. En la aplicación del nuevo plan de I+D+i de la Xunta debería tenerse muy en cuenta este resultado. Porque no sería razonable que el dinero público fuese a financiar sin condiciones lo que las empresas dejan de hacer con sus propios recursos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.