Demasiada espera, alta tensión
El Elche, tras 22 años, y el Granada, tras 35, buscan en un ambiente encendido el regreso a la élite
A punto de asomarse un club histórico a la Primera División, la Segunda ha despertado un interés inusitado. La promoción de ascenso ha catapultado las emociones del fútbol. Algunas, tan ominosas y provocadoras de tensión como los ataques con piedras por parte de seguidores violentos del Granada al autobús del Elche tras el empate (0-0) del miércoles pasado en la ida de la final, en Los Cármenes. Otras, más saludables, como los dos tiros seguidos marrados por Abel en un penalti repetido ante el heroico portero del conjunto ilicitano Jaime en el descuento. O el gol anulado previamente a Collantes por unas manos inapreciables en las repeticiones televisivas. El atacante del equipo granadino, uno de los más destacados, fue expulsado luego y se pierde hoy (21.00, Canal+) la vuelta en un estadio Martínez Valero lleno: 36.000 espectadores. Bodipo, del Elche, también fue expulsado por golpear el balón mientras se preparaba en la banda para entrar en juego.
"Muchos pensaban que estábamos condenados a luchar por salvarnos"
Ausentes unos, por sanción, y llevados entre algodones otros, vitales. El Elche trata de que su lateral izquierdo y cañonero Albácar, autor de dos goles de falta en la eliminatoria previa, ante el Valladolid, resista las molestias musculares. El Granada mima a su goleador, Geijo, imprescindible para tratar de resquebrajar la sólida defensa franjiverde pese a sus dolores en un hombro.
Tras la ida, el Elche cree estar bendecido por la suerte de los campeones y por un amor propio capaz de todo, por encima de la escasez de sus recursos atacantes. La fe de un grupo cimentado en un portero inspirado y una defensa feroz, salpimentada por ataques inesperados. Y el Granada, pese al mazazo de los penaltis errados (cinco en los dos últimos partidos), siente que el fútbol sigue de su lado. Su línea media generó seis ocasiones y solo le faltó la precisión habitual de Geijo, autor de 24 goles durante el curso.
El Martínez Valero se prepara para una noche inolvidable. Haber llegado hasta aquí ya es muy meritorio. Consecuencia de un trabajo de cohesión y confianza por parte de los entrenadores, Bordalás, del Elche, y Fabri, del Granada, que cargan con las ilusiones de dos ciudades a sus espaldas. Y con la historia más o menos hermosa de sus clubes. El Elche ha pasado 19 temporadas en Primera, la última la de 1988-1989. Su mejor clasificación, un sexto puesto, se remonta a la de 1963-1964. A principios de los sesenta, el paraguayo Re triunfó en el viejo Altabix. Y Sixto (ya fallecido) y Claudio lograron el último ascenso en la de 1987-1988. Después, más de dos décadas de invisibilidad en Segunda.
Mucho más profundo fue el descenso del Granada, que estuvo al borde de la desaparición y fue asiduo inquilino de la Segunda B. Los de Fabri se creen preparados para rememorar las hazañas de los años setenta: dos sextos puestos en Primera con el pichichi Porta y su compañero Barrios, a las órdenes de Joseíto. Pero en la campaña 1975-1976, con Miguel Muñoz en el banquillo, se bajó a Segunda y ya no se volvió a subir. Ni a sentirse tan cerca como ahora. Veintidós y 35 años de ausencia son mucho tiempo esperando, demasiado, para dos aficiones tan apasionadas.
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