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Columna
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BNG, memorias de futuro

El Bloque debe iniciar una conversación con los ciudadanos críticos para lograr una nueva mayoría

¿Billete para Riazor? ¿O para O Carballiño? Se busca en la biografía del BNG una referencia política y simbólica en la que anclar su futuro. Haciendo valer su condición de líder histórico del nacionalismo gallego, Xosé Manuel Beiras ha reiterado la necesidad de refundar el BNG recuperando el espíritu que le dio vida en el Frontón de Riazor en 1982. Afirmar el carácter asambleario; intensificar la democratización de la organización; reconocer su pluralismo; e institucionalizar un juego flexible de mayorías y minorías compatible con la libertad de expresión y las discrepancias define, en opinión de muchos, el ADN frentista que se debe recuperar en la cita congresual que el BNG anuncia para el otoño.

La otra referencia es O Carballiño. Allí, en 1987, en su III Asamblea Nacional, los nacionalistas ajustaron cuentas con la estrategia reactiva, resistencialista y antisistémica que había inspirado la actuación política del BNG desde su fundación. Entonces, se validó mucho más que una pragmática rectificación táctica. La propuesta del Proxecto Común abrió una estrategia inclusiva para sumar al Bloque a otras organizaciones nacionalistas y de la izquierda gallega, pero, como indicó X. R. Quintana Garrido en Un longo e tortuoso camiño. Adaptación, crise e cambio no BNG, más allá de lo beneficioso que resultó la convergencia orgánica del PNG-PG, de Inzar y del PSG-EG, los nacionalistas se abrieron camino hacia su institucionalización, se procedió a estabilizar un núcleo dirigente plural y, con la moderación de su política contenciosa, se favoreció el aggiornamento de su discurso y programa electoral para acercarse a nuevos sectores ciudadanos y maximizar sus políticas, votos y cargos.

En 1999, en Terra e Tempo, Francisco Rodríguez definía una disyuntiva estratégica que, en gran medida, es la del BNG actual: "La tensión entre impulso hacia la marginalidad y esfuerzo por adaptarse al contexto e incidir en la mayoría social, sin ser absorbidos". Las prácticas de éxito con las que, en el pasado, se resolvió ese dilema tienen sus raíces en O Carballiño. A día de hoy, sea por pragmatismo, generosidad o miedo a ser absorbidos por un irresistible agujero negro electoral, todas las sensibilidades del Bloque coinciden en una apelación unitaria y en la necesidad de asentar un núcleo dirigente que obedezca a su pluralidad política. En la década de oro del BNG, para gobernar esa pluralidad, se ensayó una democracia consociacional que se fundaba en cuatro principios: cuajar la coalición dominante atendiendo a la proporcionalidad para representar a los diferentes colectivos y partidos; primar más la cooptación que la elección para componer los órganos de dirección; compartir el poder ejecutivo garantizando la presencia de las minorías significativas; y respetar un cierto poder de veto y autonomía política al portavoz nacional y a su cartel electoral.

Desde el 22-M, en el orden doméstico se piensa en restablecer la confianza y refundar, más que el BNG, una nueva coalición pluralista para su gobierno, condición necesaria pero no única para mejorar el posicionamiento político del nacionalismo. Hace falta además evitar que un acuerdo consociacional cristalice en un inmovilismo estratégico gestionado por una oligarquía partitocrática. Y, lo que es más urgente, al BNG le urge definir nuevas políticas. La cuestión clave de su agenda es diseñar un renovado Proxecto Común Ciudadano. El futuro del nacionalismo pasa por iniciar una conversación con los ciudadanos críticos alrededor de la necesidad de construir una alternativa desde la izquierda para una nueva mayoría progresista y galleguista; también por hacer operativa una estrategia para el cambio sostenida por políticas practicables que, aunque a día de hoy visualicen al Bloque como partido de oposición, evidencien su deseo por ser gobierno.

Si Zapatero decide adelantar las elecciones generales a noviembre, resultará difícil encajar en otoño la Asamblea del Bloque; no obstante, si el nacionalismo quiere ser una oferta política perdurable, competitiva y útil frente las políticas de la derecha, no puede posponer la ideación de su Proxecto Común para los ciudadanos, sean electores nacionalistas o no. En caso de duda, hay que plegarse a la inspiración de las poetas. María do Cebreiro: "A obsolescencia pertence ao reino das cousas. O perdurable, ao reino da imaxinación". El BNG debe elegir la imaginación. La imaginación de pensarse democráticamente, como en Riazor, y de liberarse del resistencialismo, como en O Carballiño, para salir al encuentro de los ciudadanos que desean el cambio político en Galicia.

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