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Mercedes afronta la negociación más decisiva de su historia en Euskadi

La multinacional se niega a sufrir otra crisis con un convenio poco flexible

Pedro Gorospe

Sin recortes laborales y de todo tipo no hay futuro para la planta de Mercedes de Vitoria, vino a decir su director, Emilio Titos, el pasado miércoles en Stuttgart, la ciudad donde la multinacional alemana del automóvil tiene su sede central. Con recortes laborales la que no tiene futuro es la nueva furgoneta Daimler Benz VS20, le respondió el viernes el comité de empresa de la planta. Dos órdagos en la misma semana para una partida que acaba de comenzar, pese a que los dos jugadores suman ya 13 reuniones y a que está en juego un nuevo contrato que supondría carga de trabajo hasta 2024 para más de 15.000 trabajadores, de los que 3.200 son empleos directos. Mercedes se halla así ante una de las negociaciones de mayor calado desde que se instaló en la capital alavesa hace 56 años.

La dirección y el comité mantendrán mañana una reunión crucial
La empresa ve "irrenunciable" lo que para la plantilla es una "agresión"

La dirección y el comité de empresa se muestran conscientes de lo que se están jugando, pero esta vez el margen de maniobra para la compañía resulta mucho menor, tras una crisis que ha mostrado con crudeza la vulnerabilidad de la multinacional. Vitoria puede pasar de ser la planta preferente para producir un nuevo modelo de vehículo a seguir el camino de la de Barcelona, que cerró en 2007 después de languidecer durante años. Supondría uno de los mayores procesos de deslocalización industrial de Euskadi.

De hecho, unos y otros empezarán a enseñar sus cartas a partir de mañana, en una reunión trascendente entre la dirección y el comité en la que, pese a todo y como parece previsible, se agudizarán las diferencias al presentar los representantes de la plantilla un calendario de movilizaciones.

Ya sucedió en 2004 durante los meses previos a la adjudicación de las furgonetas Vito y Viano. El problema de esta negociación es que el nuevo contrato para fabricar la VS20 viene precedido de una crisis que ha hecho saltar las alarmas en todos los centros industriales de los países desarrollados y ha evidenciado los peligros de convenios rígidos y lentos para adaptarse a los frenazos de la demanda.

Mercedes no ha registrado despidos gracias a la flexibilidad pactada a partir de 2004 y a los expedientes de regulación que se han ido aprobando. A la plantilla le ha salvado su capacidad de adaptación, su demostrada solvencia, y que enfrente tenía a una empresa nada especulativa y sólidamente asentada en un país como Alemania.

Son las armas con las que cuenta toda la organización de la multinacional para que la VS20 se fabrique en Vitoria. Pero también está muy interiorizada la decisión de trasladarla a otro centro de producción si el nuevo marco laboral no se suma a apuntalar el objetivo central de lograr con la VS20 un beneficio del 9% sobre las ventas tras cubrir todos los demás gastos y amortizaciones. Con la Vito y la Viano se tenían que haber colocado 109.000 vehículos anuales de media hasta 2014, y a día de hoy no llegan a 100.000, subrayan fuentes de la firma.

De ahí la exigencia empresarial de adoptar recortes y aumentar la flexibilidad, con una rebaja de costes que abarca desde el 10% de los laborales hasta el 25% en los realtivos a materias primas y componentes.

El problema es que lo que para la dirección de Mercedes resulta "irrenunciable" e "imprescindible", para el comité supone una "agresión inaceptable". De hecho, cambia diametralmente el concepto de negociar derechos a cambio de dinero. Ahora se trata de aumentar la productividad a cambio de mantener el empleo y eso supone una revolución solo planteable en el contexto de la crisis y que podría funcionar en un marco de confianza entre las partes que en el País Vasco raramente se produce.

Diversas fuentes sindicales ajenas a la multinacional alemana explican que quizá sea el momento de exigir, a cambio de la cesión temporal del salario o de aumentar la parte del mismo ligada a los beneficios, una mayor capacidad de decisión en la empresa, de participación en todos sus ámbitos de gestión y garantías de lograr una formación interna más intensa y que mejore la empleabilidad.

Estos medios añaden que cambiar la cultura laboral hacia otra que acepte mejor la movilidad interna y externa y con más capacidad de adaptación a los cambios requerirá que las patronales "empiecen a dar muestras de confianza en la plantilla en todo lo relativo a la gestión".

Más fuerza que cintura

La fotografía que ofrecieron los sindicatos reunidos el pasado viernes en la sede de ELA en Vitoria resultó inusual. El presidente del comité de empresa de Mercedes, José Antonio Moreno, de UGT, sindicato que suma ocho delegados, compareció ante los periodistas entre Igor Gebara, de ELA (siete representantes), e Inaki Anda, de LAB (cuatro delegados). Detrás de ellos se hallaban delegados de las otras cinco centrales con presencia en el comité: CC OO, con tres representantes; Ekintza, una escisión de ELA que tiene dos y CGT, USO y ESK, con uno cada una de ellas.

En esas condiciones, lo extraordinario es la unidad sindical que todavía muestra el comité y que, a priori, garantiza el apoyo a un eventual calendario de movilizaciones si la empresa no rebaja sus exigencias de adoptar recortes y de mayor flexibilidad y movilidad.

Más allá del enfrentamiento, el comité no tiene demasiado margen de maniobra operando desde la unidad, sobre todo por los antagónicos modelos que persiguen sus miembros.

Cada central por separado se hallaría en condiciones de identificar áreas de acuerdo, pero unidas tienen más fuerza que cintura. La empresa lo sabe y sabe también, según subrayan fuentes internas, que, a día de hoy, existen dos bloques más o menos homogéneos que se mantienen en equilibrio. De los 27 delegados, los 12 que suman UGT, Ekintza, USO y CGT forman un bloque, frente a los otros 12 de ELA, LAB y ESK. Así CC OO estaría en condiciones de desequilibrar la balanza, siempre según estas fuentes. Las centrales no hacen declaraciones al margen de la potavocía unida del comité.

Si la dirección logró firmar el anterior convenio gracias a un acuerdo de eficacia limitada al que posteriormente se sumó toda la plantilla, no parece que ahora vaya a descartar esa opción.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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