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Reportaje:FÚTBOL | La crisis del 'calcio'

"Mou es mejor que Helenio"

Corso destaca la motivación de HH y el carisma del luso

Eleonora Giovio

Mario Corso jugó en La Grande Inter de Helenio Herrera. Dicen que era un poco vago, que no corría y que siempre buscaba las zonas del campo donde había sombra. "Si ya me costaba correr para llegar a la portería, pues imagínese para volver a defender... Correr no era mi prioridad. Era más fácil hacer correr la pelota", bromea. Ahora es un señor de 69 años, coqueto, que cuando le piden una foto se pone la chaqueta. "Así tapo la barriga", dice; "a los que opinan que no corría les invito a ver el gol que marqué en el Bernabéu [contra el Independiente, argentino, en 1964] en la final de la Intercontinental. Salí con la pelota al pie desde mi área y llegué rapidísimo a los tres cuartos del campo para la pared con Peiró".

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Corso jugaba con las medias bajadas en honor a su ídolo, Omar Sívori. No usaba espinilleras porque no eran obligatorias. "Jugábamos con pelotas con cordones que pesaban una barbaridad y vestíamos camisetas que parecían hechas de hierro. Eran de una lana tan cutre que cuando llovía era como si lleváramos kilos de peso. Nadie se quejaba. No había más. Por eso no nos la cambiábamos en el descanso", recuerda.

Corso es hoy ojeador del Inter. Sigue vinculado al club en el que creció y con el que, bajo el mando de Helenio Herrera, ganó dos Copas de Europa y dos Intercontinentales en 1964 y 1965. No era precisamente el jugador favorito de HH. ¿Porque no corría? "No, no por eso. A él le gustaban los jugadores con poca personalidad", contesta. "Helenio tenía una gran personalidad, pero hasta cierto punto. Todos los años quería cargarse a Picchi, Guarnieri y Corso para demostrar que tenía poder. Pero allí mandaba Angelo Moratti. Angelo es la persona a la que más le debo en el fútbol. Te fascinaba. Me adoptó porque jugando hacía que se divirtiera. Cuando me llamaba al despacho, me asustaba durante dos días, pero siempre salía con algún regalo. No veía la hora de que llegara el partido para devolverle la confianza", explica.

Mariolino, así le llamaban, vivió el Inter de Helenio como jugador y el Inter de Mourinho desde dentro. "Helenio, con el balón, era un desastre. Su mérito era que sabía todo de los rivales, que motivaba a los jugadores de lunes a sábado y les hacía mejores de lo que eran, pero los domingos, durante los partidos, de táctica no entendía mucho. Era limitado en ese sentido", recuerda; "Mourinho es mucho mejor. Tiene más carisma y sabe leer los partidos. Helenio no tenía mucha idea de prepararlos".

Mario Corso, en 1962.
Mario Corso, en 1962.CORDON

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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