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Tribuna:coyuntura nacional
Tribuna
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Demasiadas resistencias a los cambios

No sé si por ser primavera, que la sangre altera, o por los momentos críticos por los que atraviesa la economía europea, y más concretamente la española, el patio económico está en plena ebullición. Se oye, más que nunca, el griterío de los actores políticos, con nuevos bríos tras haberse sometido al veredicto de las urnas y en plena faena de asumir y repartirse el poder local y autonómico, no sin antes poner a caldo a los contrincantes y señalar la insostenible herencia que reciben de los anteriores. También en Europa el griterío es ensordecedor, afanados todos por impedir la quiebra de Grecia, que, cual náufrago, se va hundiendo poco a poco sin que los presentes sean capaces de pergeñar medidas eficaces a corto y sobre todo largo plazo para salvarla y, con ella, salvar lo que tanto tiempo ha costado construir en Europa. Tampoco es que los griegos hagan todo lo que está en sus manos, todo hay que decirlo.

Esgrimiendo derechos adquiridos, los ajustes y reformas que se hacen quedan a medio camino Una bajada de los costes de las cotizaciones sociales haría más competitiva a nuestra industria

Temo que con tanto ruido nos despistemos y abandonemos o nos relajemos en las tareas que los españoles llevamos entre manos. Recapitulando, y de forma simple, la máquina de la economía española fue sometida durante los años gloriosos de la expansión anterior a un rendimiento por encima de sus posibilidades, basado en un uso excesivo de la financiación ajena que la ha dejado con muchos y enormes desequilibrios económico-financieros, especialmente graves cuando estalla la crisis internacional y a los inversores que la financian les entra la duda de si van a poder rescatar al cien por cien sus inversiones. El efecto de todo ello es lo que hemos visto en los últimos tres años, que podría resumirse en miles de empresas cerradas, parte del sistema financiero tocado y un 21,3% de la población activa parada. Los economistas podemos discutir hasta la saciedad sobre el tratamiento para superar la situación, y seguro que no habrá unanimidad en ello, pero sí que hay un consenso suficiente en las líneas maestras. Primero, hay que estabilizar y sanear la economía. Segundo, hay que reformar el marco regulador del funcionamiento de los mercados de factores productivos (trabajo y capital) y de bienes y servicios para que estos funcionen más eficientemente, con el fin de aumentar el potencial de generar actividad, rentas y, sobre todo, empleo. El soniquete de que todo se arreglaría si los bancos concedieran más crédito no tiene mucho sentido y es propio de aquellos que no saben a qué problemas nos enfrentamos.

Creo que, aunque algo tarde y obligados por las circunstancias, en este país se ha empezado a aplicar el tratamiento correcto. ¿Cuál es el problema? Pues que hay mucha resistencia e inmovilismo a aceptar los cambios necesarios, esgrimiendo para ello derechos históricos adquiridos o que nuestro sistema es distinto, lo que lleva a que los ajustes y reformas que se van haciendo se queden a medio camino. Esto podría ser asumible si tuviéramos dos millones de parados, pero es que tenemos casi cinco. Ejemplos: algunas comunidades autónomas se resisten a cumplir con el ajuste fiscal programado; la vicepresidenta económica del Gobierno despacha la propuesta del Consejo Europeo de rebajar las cotizaciones sociales y compensar a la Seguridad Social con participaciones en los impuestos indirectos diciendo que eso funciona en Dinamarca, pero que en España tenemos otro sistema (el que nos ha llevado al 21,3% de paro, claro); la reforma laboral del pasado año se quedó corta, igual que la actual de la negociación colectiva. Muchos derechos, mucha línea roja,... mucho paro.

Sobre la información coyuntural de la semana, lo más destacado ha sido el índice de producción industrial (IPI) de abril. El IPI pinchó de nuevo, como lo hiciera en marzo. Es algo que se observa a escala internacional, lo que se explicaría por los efectos del terremoto de Japón y la consiguiente falta de piezas y componentes que ha afectado a la industria. En todo caso, y a pesar del tirón de la demanda externa, el conjunto de la actividad industrial no arranca con la fuerza con que lo está haciendo en Europa [gráfico superior derecho], lo que se debe a la debilidad de nuestra demanda interna. Una bajada de los costes de las cotizaciones sociales haría más competitiva a nuestra industria, ayudaría a exportar más e importar menos, pero como aquí tenemos otro sistema....

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).

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