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Reportaje:Diseño

La cubierta como fachada

Una nueva hornada de edificios aspira a ser entendida a vista de pájaro

Anatxu Zabalbeascoa

Desde las cubiertas sembradas de sedums (plantas de tapiz vegetal)para recrear la vista de los vecinos o para reponer el pedazo de prado robado a los ojos, hasta el festival cromático que el estudio Miralles-Tagliabue organizó en la cubierta del mercado barcelonés de Santa Caterina, mezclando cerámicas coloreadas, cada vez son más los inmuebles que hablan desde su tejado.

Sucedió hace poco en Wakefield (Reino Unido), donde el arquitecto David Chipperfield rompía en el primer piso, con patios y volúmenes de diversas alturas, el orden cartesiano que había impuesto a pie de calle. El edificio, un museo dedicado a la obra de la escultora Barbara Hepworth, tenía así dos lecturas, tal vez dos fachadas. La de la calle, donde brillaba por su civismo, y la aérea, donde resultaba más expresivo. De un modo parecido, también en Sevilla, la nueva Facultad de Ciencias de la Educación, que firman Antonio Cruz y Antonio Ortiz, se hace eco de esa doble lectura desde las alturas y combina dos órdenes superpuestos. De un lado, el inmueble trata de no romper con la calle. De otro, en los dos pisos más altos, la voluntad es dar cabida a las necesidades de un programa plural y complejo en el uso del espacio común. Como resultado de esa doble ambición, Cruz y Ortiz desdoblaron el programa en dos edificios de cuatro plantas unidos por un patio ajardinado y coronados por dos plantas más comunes que, apoyadas sobre ambos inmuebles, se cruzan por encima del patio. Ese recinto intermedio, ubicado entre los dos inmuebles, marca un límite impreciso que no es ni interior ni exterior. Son las dos últimas plantas, cruzadas sobre los cuatro pisos de esos dos bloques cartesianos, las que aportan dinamismo y resuelven con una volumetría compleja el uso de la facultad.

Así, una fachada continua unifica el conjunto. Todas las caras de la facultad están revestidas de un único material -placas de hormigón polímero- sujeto con anclajes a una subestructura metálica para que las fachadas ventilen. El material es el mismo en sus seis plantas: las cuatro cartesianas de los dos edificios simétricos y las superpuestas, que atraviesan el patio y se apoyan cruzadas sobre estos inmuebles como dos emes contrapuestas.

Por encima del patio ajardinado, y funcionando como umbráculo sobre este y como nexo entre los dos inmuebles-cimiento, la nueva Facultad de Magisterio de Sevilla habla de tensión, recorridos y movimiento. La idea es doblemente ambiciosa: se trata de contribuir a la ciudad, pero también de facilitar el trabajo y los recorridos de quienes utilizan las instalaciones.

Vista de la Facultad de Magisterio, en Sevilla, proyecto de Antonio Cruz y Antonio Ortiz.
Vista de la Facultad de Magisterio, en Sevilla, proyecto de Antonio Cruz y Antonio Ortiz.PEDRO PEGENAUTE

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