"En el teatro uno purifica sus pecados"
'Baile de máscaras' cierra hoy el Festival de Otoño en Primavera
Es una oportunidad única. La de ver un minimalista y poético trabajo del director ruso Rimas Tuminas en Madrid. Despide la programación teatral del Festival de Otoño en Primavera (Teatros del Canal, hasta hoy), una muestra que brinda oportunidades, como esta, de ver a grandes de la escena mundial y comprobar, al estilo de santo Tomás, que aún hay milagros escénicos de hombres que, como Tuminas, a sus 59 años, renuncian a técnicas modernas y de corte vanguardista. Él, firme defensor de la tradición, siempre apela a la esencia en sus dramas: el actor y la palabra: "Si queremos ver la nieve, la veremos. Todo lo crea el actor, que es lo más grande, el mayor milagro", señala.
Tuminas está en Madrid con el que quizá sea su más sonado milagro. El que ha hecho con la obra de un gran clásico ruso muy desconocido en los escenarios españoles, Baile de máscaras, del poeta Mijaíl Yuryevich Lermontov, considerado el sucesor de Pushkin. Un texto que en las habilidosas y perfeccionistas manos de Tuminas se ha convertido en una poderosa relectura del mito de Otelo, en la que el motor del alma humana son los celos y el desamor. Se trata de uno de los grandes éxitos de este director cuando estuvo al frente del Teatro Nacional de Lituania durante un lustro. Pero el año pasado retomó esta función histórica y anonadó de nuevo al público con su maestría en la dirección de actores. Esta vez con el Teatro Evgeny Vakhtangov de Moscú y con el veterano actor Evgeny Knyazev, uno de los intérpretes eslavos con más proyección internacional gracias a sus trabajos con Piotr Fomenko, al que muchos consideran su mentor. En esta ocasión encarna a Arbenin, trasunto de Otelo, el enamorado que desciende en una espiral de locura por la pérdida de un brazalete, objeto que vendría a sustituir el pañuelo de Desdémona.
"Todo lo crea el actor, que es lo más grande, el mayor milagro"
El montaje, que se representa en ruso con sobretítulos en español, pone de manifiesto la máxima de Tuminas: "Siempre paro el tiempo porque la rapidez no expresa lo humano". Claro que en estos tiempos de prisas y cambios veloces su teatro causa un gran efecto: "El teatro es el lugar donde yo puedo dictar mi tiempo vital y escénico, yo entiendo el tiempo rápido, los cambios, pero no puedo ignorar que lo más interesante en el teatro es el tiempo, escénico y vital, como lo dejaron claro Pushkin, Chéjov, Dostoievski y Lermontov, autores con los que trabajo habitualmente, dentro de ellos está la comprensión de lo que es el tiempo, el sentido del teatro es que yo tengo que sentir físicamente ese paso del tiempo y que no me influya el ritmo de la vida actual que no tiene una correspondencia con el ritmo del teatro", dice Tuminas, quien sostiene que una de las cosas maravillosas del teatro es poder ordenar al tiempo, pararlo, acelerarlo.... Aunque también dice: "El teatro representa el hogar, un lugar en el que puedes sentir compasión, donde entiendes perfectamente los asuntos de cada día. Es un lugar donde uno tiene la oportunidad de purificar sus pecados, un lugar que hace sentirse a uno mismo como en casa", concluye.
Para el director, Baile de máscaras cuenta como el agua y la llama pueden vivir juntas, desde posiciones contradictorias, " y cuenta como la eternidad de la belleza puede convivir con la fealdad de nuestro mentiroso día a día", señala Turminas de este texto que Lermontov escribió con 22 años, cinco antes de morir en un duelo absurdo y pasar a la historia como el gran heredero literario de Pushkin: "No sabemos cuál de los dos es mejor, es como decidir si es mejor Goya o Velázquez", señala de este poeta al que se le conoce como el Byron ruso.
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