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Amorós arremete contra el PSPV en su adiós a 20 años de diputado provincial

El día 21 declarará, a petición propia y como imputado, ante el juez de Brugal

Antonio Amorós, exportavoz del Grupo Socialista en la Diputación de Alicante, aprovechó ayer su adiós a 20 años en el cargo de diputado provincial para arremeter contra la formación política que le ha amparado (el PSPV) y la institución a la que ha representado (la Corporación provincial). El alegato político de Amorós coincidió en el tiempo con su iniciativa de acudir a declarar el próximo día 21 ante el juez del caso Brugal que investiga por los supuestos delitos de cohecho y tráfico de influencias la adjudicación de la planta de basuras del plan zonal de La Vega Baja.

El juez interrogará Amorós a petición propia y en calidad de imputado, según han asegurado fuentes oficiales del caso. La implicación del exdirigente socialista en la supuesta trama corrupta llevó al secretario general del PSPV, Jorge Alarte, a forzarle a dimitir en el puesto de portavoz del Grupo Socialista en la Corporación provincial de Alicante. Amorós tampoco optó a revalidar su acta de concejal por el Ayuntamiento de Elche.

"Hoy la política valenciana carece de líderes que ilusionen"

Amorós aprovechó el penúltimo pleno de la Diputación celebrado ayer para despedirse de dos décadas en la institución. Ante la sorpresa del resto de diputados, incluidos los hasta ahora sus compañeros de grupo, y tras solicitar autorización al presidente, José Joaquín Ripoll, del PP, también imputado en Brugal, Amorós comenzó su alocución. Las primeras palabras fueron para agradecer a Ripoll el "trato" que le ha dispensado en los últimos ocho años.

A renglón seguido, Amorós desgranó una catarata de críticas hacia la clase política valencia, el PSPV e inclusive la propia Corporación provincial. "Quedan atrás los días en los que los líderes políticos se afanaban en ilusionar a los suyos y en protegerlos", dijo. "Hoy la política valenciana carece de líderes que ilusionen y se preocupen por su gente", añadió.

El calado de la intervención de Amorós llevó al presidente Ripoll a pedirle que se ciñera al ámbito protocolario. No obstante, Amorós no se dio por aludido y prosiguió, esta vez criticando a su grupo por impulsar su dimisión cuando él hizo lo contrario con los diputados díscolos del PSPV, entre los que se encontraban su sucesora, María Teresa Carbonell. "Reclamo para mis líderes la obligación de tener un proyecto que nos haga salir del marasmo y recomiendo a mis compañeros de la derecha que no se conformen con ganar por incomparecencia del adversario", aseveró.

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Amorós terminó cuestionando las Diputaciones, a las que tildó como un "anacronismo", y abogó por que sus competencias sean asumidas por las comunidades autónomas. Luego regresó a su escaño en medio del silencio y sin arrancar aplausos. De ninguno de los dos bandos.

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