"Mi punto débil es el movimiento"
Robin Soderling (Tibro, Suecia; 1984), es el número cinco y finalista de Roland Garros en los dos últimos años -dos derrotas, en 2009 contra Roger Federer y en 2010 contra Rafa Nadal-. Durante la entrevista, antes del torneo parisino, juguetea con su raqueta mientras explica cómo se convirtió en el único hombre que ha conseguido derrotar en París (octavos de hace dos años) a Nadal, su rival de hoy en cuartos. Una cosa ha cambiado en su vida. El sueco tiene nuevo técnico. "Robin tiene que comprender que Nadal también es humano, que también falla, que no tiene por qué tirar una bomba o un ace, o arriesgar todos los tiros a las líneas, sino mantenerse en los intercambios con él y ver si falla. A Nadal le veo con la cabeza gacha, presionado. Como decimos en Suecia: con cuello de buitre", dice Fredrik Rosengren. El número uno tiene hoy su primer gran partido en su lucha por revalidar corona.
"Sin ser agresivo, no puedes ganar a Rafa. Coge la iniciativa, te mueve... es imposible"
Pregunta. ¿Cómo se derrota a Nadal en París?
Respuesta. Nadal tiene el juego perfecto para arcilla. Se mueve muy bien. Sin ser agresivo no puedes ganarle, porque cuando coge la iniciativa te mueve con la derecha y es imposible. Debes aceptar que cometerás más errores, pero que debes ser más agresivo de lo normal. A mí me lleva más tiempo adaptarme a la tierra que a otra superficie. Me cuesta. Lo más difícil es el movimiento. Cuanto más juego, mejor me siento.
P. ¿En qué más cosas toma riesgos?
R. Cuanto más viejo soy, más miedo tengo. Quiero hacer cosas arriesgadas, como tirarme en paracaídas. También me arriesgo en el casino y en el golf.
P. Usted le hace daño a Nadal porque golpea muy plano gracias a su estatura (1,93m) y también a que utiliza una raqueta llena de plomos en el mango...
R. He probado muchas cosas. He jugado con la misma marca de raqueta desde que tengo 16 años, pero le fui cambiando el peso y el equilibrio, hasta ahora, que he encontrado una raqueta que me gusta. Yo ya tenía velocidad en los golpes. La raqueta me da el control. Me parece una combinación perfecta. Siempre quise mejorarla. Siempre me gustó probar cosas. Mi raqueta lleva pequeños pesos por todas partes. También me hacen a mano, en Estados Unidos, un grip, el mango. Buscaba un grip que fuera igual siempre. Cuando juegas mucho, empiezan a aparecer pequeñas diferencias, aunque sean en milímetros. Me hicieron un molde y por eso todos mis grips son idénticos, juegue las horas que juegue con cada uno.
P. ¿Por dónde teme que le ataquen?
R. Mi punto débil es el movimiento. Ser alto tiene cosas muy buenas, pero no se puede tener todo. Trabajo mucho en eso, porque el tenis te obliga a ser rápido, fuerte y resistente. Esto no es como el salto de altura, donde saltas una vez y ya está. Es un deporte muy complejo. Hago pesas en todas las posiciones que se pueda imaginar para fortalecer las piernas. En los entrenamientos, hago sprints que imitan los movimientos de la pista. Cinco metros a la derecha, cinco a la izquierda. En el tenis no tienes que ser bueno en 100 metros. ¡En 100 metros soy rápido! Pero en tenis tienes que ser rápido en desplazamientos de cinco o 10 metros como máximo.
P. ¿Cuál es su marca en los 100m?
R. 11,50s, y eso sin entrenarme. Si lo hiciera, estaría por debajo de 11s. Soy alto: una vez que me pongo en movimiento... Por eso me cuesta hacerlo en cinco metros.
P. Jugó al balonmano o al hockey. ¿Por qué acabó en el tenis?
R. Me gustan más los deportes individuales. Crecí cuando en Suecia había buenísimos jugadores. Me inspiraron. Veía todos sus partidos siempre. Edberg, Enquist, Bjorkmann...Mi padre solía jugar mucho a tenis de mesa. Comenzó a jugar al tenis, y yo a ir a verle. Así empecé.
P. ¿Cuál fue el mejor consejo que le dio su padre?
R. "¡Dale más fuerte a la pelota!". Le hice caso y me encantó. También a veces me enfadaba mucho en la pista. "No es lo correcto, debes concentrarte", me decía él. Lo que pasa es que soy muy competitivo. Cuando me retire, quiero sentir que lo di todo. Lo peor es imaginarse retirado y diciéndote: "¡Joder, debí hacer esto o lo otro!". Entonces ya es demasiado tarde. No quiero tener remordimientos.
P. ¿Qué soñaba de pequeño?
R. De niño, deseaba que me mordiera una araña. Me encantaba Spiderman. El villano que más odiaba era el Joker de Batman. Feo.
P. ¿A quién le gustaría conocer?
R. Aunque no fuera divertido para ellos, a mi abuelo. Murió antes de que yo naciera, cuando mi padre tenía 19 años.
P. Está usted prometido. ¿Y su anillo?
R. Atado al cordón de las zapatillas. Mi prometida está encantada, porque sabe que así no lo perderé, como ocurriría si lo llevara en la bolsa. Me duraría dos días. Y le digo: "Así, en cada partido que juego, en cada paso, estás conmigo". He corrido muchos kilómetros así.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.