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Reportaje:

Mamadama sonríe con los ojos

Dos familias guipuzcoanas acogen a una niña guineana de cuatro años para que le reconstruyan la mandíbula - "En su país no hubiera sobrevivido"

A Mamadama Yansane le cantan una nana africana para dormirse. La misma canción que le cantaba su madre en Conakry, capital de Guinea: "Kana, kuna, kun, kini, kini, kin...". Es una forma de recordarle de dónde viene y adónde regresará cuando Mamadama, de cuatro años, se recupere de varias operaciones a las que será sometida para reconstruirle la mandíbula.

Llega al Hospital Donostia de San Sebastián, vestida con un llamativo vestido rojo, acompañada de sus dos familias guipuzcoanas, la de acogida y la de apoyo. Paloma Aramberri, se encarga de ella durante la semana y Manuel Galdós y Maixus Jauregui, los fines de semana. Se han reunido porque a la niña le toca la revisión semanal para ver la evolución que sigue la operación que le realizaron hace casi tres meses.

"Sus padres se movieron para que pudiera llegar aquí y fuera operada"
Las familias vascas le recuerdan que cuando sane volverá junto a los suyos

Con carácter de urgencia, Mamadama llegó en julio de 2010 desnutrida. Nada más bajar del avión fue ingresada. En diez meses ha ganado siete kilos y ha crecido 15 centímetros. "En su país no hubiera sobrevivido. Sus padres se movieron para que llegara hasta aquí y fuera operada", explica Maixus.

Cuando Mamadama era pequeña se cayó y se rompió la mandíbula. El golpe se complicó con una enfermedad denominada Noma, una infección gangrenosa aguda que afecta a tejidos de la cavidad oral y la cara. Los emplastes de hierbas del curandero que le atendió empeoraron la herida. Perdió la parte inferior de la mandíbula y se quedó con pocas expectativas de vida.

La operación, realizada en febrero, fue dura pero el pronóstico es bueno según los médicos. Le han colocado un clavo para alargar el hueso de la mandíbula y una guía para darle la forma de la cara. Un tratamiento que implica dar la vuelta a un tornillo una vez al día para ir alargando el hueso.

Mamadama es uno de los seis africanos que se encuentran en Euskadi dentro del programa de salud AME-Viaje hacia la vida. La Fundación Tierra de Hombres-Gizakien Lurra, en su delegación en Euskadi, es quien se encarga de gestionar el traslado, la estancia, la operación y el regreso.

Un grupo de voluntarios hace de soporte a las familias cuando los niños están hospitalizados. El objetivo es evitar que se arraiguen emocionalmente a una familia en exceso para facilitar su integración a la vuelta. "Es innegable que se van apegar más a las familias de acogida y apoyo, pero ven a mucha gente a su alrededor. No hay que olvidar que tienen a sus familias esperando y que se vuelven con ellos sí o sí", recalca Alfonso Roncero, delegado de Tierra de Hombres en Euskadi.

El enlace con las familias de origen se hace a través de la organización. Semanalmente se recoge en un informe el parte médico, el de la familia y se adjuntan fotografías que se envían a las delegaciones en terreno para que éstas se las hagan llegar a sus familias.

Mamadama juega con el botón de la camisa de Paloma, "una de sus aficiones favoritas", cuenta su tutora de acogida, una mujer de 66 años de Zestoa, viuda con dos hijas y cinco nietos. Lleva 14 años en proyectos solidarios, con más de una docena de viajes al Sáhara a sus espaldas y cinco saharauis acogidos. Durante la semana cuida de ella y le da pacientemente de comer con pajita o cuchara porque no puede comer sólido. "A pesar de la dureza de su caso es una experiencia muy buena", reconoce.

Para hablar con Mamadama, una niña sociable y con carácter, hay que hacerlo en euskera. Cuando llegó decía palabras sueltas en su idioma de origen aunque en el informe constaba que apenas hablaba. A los dos meses de su llegada empezó a hilar palabras y a los diez meses se desenvuelve con soltura. Hasta que le operaron fue a la ikastola de Zestoa.

Aún le quedan pendientes varias operaciones. El programa contempla un seguimiento permanente de los niños hasta lograr su recuperación. En el caso de Mamadama, le obligará a una estancia en Euskadi más larga. Normalmente, suelen ser de entre seis y ocho meses de duración.

Manuel y Maixus, son una pareja de Oiartzun con dos hijas mayores. Escucharon en la radio que se buscaba una familia de acogida temporal y no se lo pensaron. Cuentan emocionados la experiencia de tenerla los fines de semana. "La parte negativa es saber que acabará yéndose pero son las normas que las aceptas desde el principio, aunque los sentimientos no se controlan", reconoce Manuel.

Tanto la familia de apoyo como la de acogida insisten en la importancia de recordarles a los niños que han venido a curarse y que sus familias les esperan. "Le enseñamos a menudo fotografías de sus padres y le recordamos que cuando se cure volverá a verles. Nuestra misión es hacerle recordar y que no se olvide de ellos", cuenta Maixus.

La próxima semana llegarán a Euskadi tres niños más.

Proyecto de salud

- El Programa Atenciones Médicas Especializadas (AME) es una parte de un proyecto de cooperación con África donde la mayor parte de los niños que se atienden son atendidos allí. Solo los casos difíciles se traen a Euskadi para ser operados.

- En Guipúzcoa, en el Hospital Donostia, se realizan las operaciones maxilofaciales; en Álava, en el Hospital deTxagorritxu y en la Clínica USP La Esperanza, las de traumatología. En Vizcaya, en el Hospital de Cruces, se operan casos de cardiopatias, de cirugía, malformaciones y urologías.

- La Fundación Tierra de Hombres-Gizakien Lurra trae a unos 12 niños al año. La delegación en Euskadi solo trabaja con África. Actualmente, hay seis niños en tratamientos.

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