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Crítica:POP | Pablo Alborán
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

enamoradosdepablo.com

Pablo Alborán las vuelve locas. A ellas y, por derivación, también a ellos, que aprovechan la tesitura para arrimarse y obtener abrazos, arrumacos y achuchones que en otras circunstancias serían inimaginables en número e intensidad. Alborán cumplirá 22 añitos el martes (felicidades, muchacho) y la gente anda en esas edades predispuesta a otear el horizonte con ojitos ávidos, a dejarse engatusar. Con el tiempo cambian las prioridades -hipotecas, agorafobias, dormidinas, escoliosis-, pero esa ya es otra historia.

El de Málaga abarrotó en febrero la sala Galileo, nada más publicar su homónimo debut. Ayer hizo otro tanto en The Box de Vistalegre, un espacio cuatro veces más amplio y del que ya se habían esfumado las entradas un mes atrás. "Soy completamente vuestro", se sinceró ante la parroquia este tipo sencillo y guapete (camiseta blanca, chaqueta oscura y estratégica barbita de cinco días) al que imaginaríamos cediendo el asiento en el autobús y engrosando la menguada lista de yernos que no le caen mal del todo al suegro.

Hace seis u ocho años, el chaval hubiera arrasado en Operación Triunfo

Con la misma edad que Pablo, chicos como James Blake (el lunes, en la Joy) se encierran con sus maquinitas en la habitación y componen discos raros. A los 22, Alex Turnex, el líder de Arctic Monkeys, ya acumulaba tres álbumes decisivos y hasta una banda paralela.

Pero aquí los fenómenos juveniles se rigen por otros parámetros. Antes había cintas de gasolinera y ahora no, pero siempre existirán los amores de extrarradio, el flamenquito melódico, los románticos empedernidos. Hace seis u ocho años, el chaval que anoche cantó por dos veces su éxito Solamente tú, hubiera arrasado en OT y se hubiese llamado, por ejemplo, Manu Carrasco. Y si fuera donostiarra en vez de malagueño, igual se apellidaba Ubago, que también nos salió enamoradizo. Pero Pilar Rubio ya se encargó de que le prestásemos más atención a Internet que a la pequeña pantalla. Y ahí, en las redes sociales, Pablo es el puto amo (¡suerte, Pep!).

Los escasos cuarentones se supieron anoche los especímenes humanos más añejos de todo Vistalegre. La sala era patrimonio de una chavalería que elevaba al cielo centenares de folios con pulgares ascendentes, la manera en que Mark Zuckerberg les ha enseñado a decir que algo les gusta. Todos se sabían de principio a fin las 10 canciones; también Manuel, que a sus cinco años se desgañitaba encaramado sobre la valla de primera fila y ya apuntaba buenas maneras en el arte del air guitar. "Es su primer concierto, tiene el CD puesto en casa todo el día", confirmaron los padres, muy risueños.

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Internet sirve ahora para indignarse, pero también para coquetear a través de algún chat o enamorarse escuchando melodías arrobadas. Alborán, con 205.000 amigos en Facebook y 15 millones de visitas a su canal de YouTube, ha propiciado un suspiro de alcance peninsular, una apnea colectiva de corazones encogidos. A nadie le importó que el recinto sonara al principio peor que un casete desgastado: el amor nunca anduvo fino de oído. Y en enamoradosdepablo.com (cualquier día nos registrarán el dominio) bulle mucho pálpito expectante.

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