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LIGA DE CAMPEONES | Gran final en Wembley
Columna
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El fútbol dicho y el fútbol gritado

Juan Cruz

El fútbol es una forma de hablar. Y existen el fútbol dicho y el fútbol gritado. Un día coincidieron el fútbol dicho y el gritado y en el encontronazo se produjo un chispazo que por un rato afectó el rostro generalmente estólido y sereno de Pep Guardiola.

¿Qué había pasado? José Mourinho, que es un maquiavélico muy mañoso, quiso desestabilizar el ánimo del entrenador del Barcelona antes del más decisivo Madrid-Barça de las últimas décadas y fue hiriente adrede con el de Santpedor.

Uno de los valores de Guardiola (frente a Mourinho) es que Pep es un aficionado al Barça y el entrenador del Madrid no es fan de su equipo, sino que es fan de Mourinho. Ser aficionado a un equipo y mandar sobre sus futbolistas debe de ser un orgullo, pero estar al frente de un equipo y creer que el equipo eres tú te debe de producir una enorme ansiedad. Esa ansiedad pudo con Mourinho y pretendió que le alcanzara a Guardiola.

Las metáforas del campo dependen mucho de las de los banquillos y los despachos

Ese chispazo fue un lunar en la carrera del barcelonista y un éxito efímero en la trayectoria de Mourinho. A partir de entonces todo volvió a ser como era: el admirador de sí mismo acabó su estancia en la Copa de Europa entonando el rosario de la aurora y Guardiola regresó al fútbol dicho, tan distinto al gritado, y pasó a la final del campeonato y, además, ganó la Liga, que no es un trofeo menor precisamente.

La Liga es el símbolo mayor del trabajo de Pep. Su trayectoria como futbolista es la demostración de que el esfuerzo puede más que el exabrupto. En el campo se comportó como un líder que aconsejó, con palabras y gestos, el comportamiento de sus compañeros, a los que llevó primero al entusiasmo y luego al triunfo, y cuando todos compartieron el fracaso nunca dijo una palabra más alta que otra.

Ahora es entrenador y sigue siendo partidario del fútbol dicho. Ha sido imprescindible, porque en el fútbol esto es así, compararlo con Mourinho, que es su adversario más potente. Pero es que no hay comparación en este momento porque el Madrid, que acaba de prescindir ahora de Valdano, ha renunciado a la esencia de sus valores. Entre los valores del fútbol del Madrid, los que le llevaron a ser el mejor equipo del mundo y el vencedor reiterado en la contienda europea, estaba el fútbol dicho. Esa antorcha la tiene ahora en su mano el Barcelona y la enarbola Guardiola.

En esta contienda que le enfrenta al Manchester United está en juego un concepto del fútbol que ya se confrontó con el fútbol ahora gritado de Mourinho. Todo el mundo tiene derecho a preferir otra cosa. Los barcelonistas prefieren el sosiego de Guardiola no solo porque gana, sino porque representa valores que han estado siempre en este bando y durante muchísimos años estuvieron también en el Madrid, al que Valdano, por cierto, dio identidad y palabra tantos años...

Hay mucho de simbólico en el fútbol, como en la vida, y ahora asistimos a uno de esos momentos en que las metáforas del campo dependen mucho de las metáforas de los banquillos y de los despachos.

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