"Twitter y Facebook no son suficientes para ganar elecciones"
Las elecciones de 2008 a la presidencia de Estados Unidos hicieron historia por varios motivos. El más destacado es que, por primera vez, un afroamericano fue elegido presidente. Pero, además, la victoria de Barack Obama se apoyó en un movimiento de las bases que dio a su campaña un impulso sin precedentes e involucró en la política nacional a las minorías y a los jóvenes como en ninguna otra campaña presidencial. El director de cine y documentalista Kelly Nyks, medio americano y medio holandés, nacido en 1973, participó de este activismo social con su aportación en el sector de las artes visuales del documental Split. Una América dividida. En el sector diseño, la movilización en la web se produjo, en gran parte, gracias al director Spike Lee y Aaron Perry-Zucker, que eligieron 80 carteles de diseñadores del país y fuera de él, cuyos mensajes invadieron las redes, provocando un vuelco electoral que por primer vez ha dejado el poder de la publicidad en manos de la gente.
"Si no se tiene un mensaje poderoso, no hay nada que lanzar en la Red"
"El 15 M tuvo un resultado justo opuesto al origen de la protestas"
"Cuando protestas contra la dictadura hay una urgencia de vida o muerte"
Nyks, que ha estado en la Escuela de Arte Superior de Diseño de Valencia (EASD) para inaugurar la muestra de carteles colgados en la web desingforobama.org y presentar su documental Split, está convencido de que "Twitter y Facebook, no son suficientes para ganar elecciones". El mensaje y el programa son los pilares, lo que ha cambiado es el soporte, su inmediatez y su impacto.
Pregunta. Usted contribuyó activamente a ese movimiento de internautas, diseñadores y activistas audiovisuales que devino en la victoria histórica de Obama. ¿Qué conclusión saca de todo ello?
Respuesta. El gran éxito de la campaña de Obama residió en utilizar las nuevas tecnologías para llevar más allá el mensaje subyacente. Los medios de comunicación nuevos y las redes sociales se utilizan mejor cuando los principios subyacentes se mantienen. Y las nuevas tecnologías se utilizan, sencillamente, para que tenga más canales el mensaje a través de esos nuevos canales de distribución. Eso lo hemos visto en las protestas en Oriente Medio, esta primavera; también en España con las elecciones del domingo pasado... Se fortalece todo aquello que se produce en una relación interpersonal. El contacto directo entre dos personas es vital para que se produzca un cambio verdadero.
P. O sea, ¿Twitter y Facebook no son suficientes para ganar unas elecciones?
R. No. Siguen siendo canales de distribución. Si no se tiene un mensaje suficientemente poderoso y atractivo no hay nada que lanzar a través de esos canales.
P. Ha mencionado el Movimiento 15-M en España. ¿Es comparable con la movilización de las minorías, los jóvenes y los diferentes grupos sociales en las elecciones de EE UU?
R. Las protestas en Puerta del Sol, el Movimiento 15-M, más que tener un efecto concreto, no lo tuvieron. El resultado fue justo lo opuesto al origen de las protestas. Esta cuestión suscitó un gran debate en la conferencia de ayer [martes] en Madrid porque la correlación que hice con EE UU fue la siguiente. Antes de la guerra de Irak, un millón de personas se manifestaron en Nueva York ante la ONU, y ni siquiera se modificó el programa de la invasión. La investigación sobre la fuerza de las redes sociales en el siglo XXI es un debate muy importante, que se debe producir. Porque creo que cuando te manifiestas contra una dictadura, como en Oriente Medio, existe una sensación de urgencia distinta. Lo que uno se juega se divide entre la vida y la muerte.
Pero nosotros en Europa Occidental y, sobre todo, en EE UU, tenemos unos cimientos, una comodidad que elimina esa sensación de "daría mi vida" o "moriría por esto" o "me pondría delante de un tanque para pararlo". La pregunta ahora es: ¿cómo forzar un cambio a través de los movimientos sociales, cuando se trata de un país occidental, industrializado, donde existe esa comodidad social?
P. Estamos instalados en una zona confort. Pero una crisis tan fuerte a ambos lados del Atlántico, ¿puede sacarnos del confort en el que estamos instalados?
R. Este punto exacto ha centrado el debate del último año en EE UU. Porque la crisis económica realmente afectó a la vida de las personas: perdieron sus empleos, sus hogares, tuvieron que tomar decisiones de a qué colegio enviar a los niños... Son decisiones muy duras. Pero lo sorprendente fue que poco tiempo después de la crisis las normativas en materia económica siguen siendo muy blandas. ¿Dónde está ahora ese enfado de la gente? Observamos que se ha roto otro récord en las primas a los banqueros de Wall Street. Y uno empieza a preguntarse ¿qué tiene que pasar más para que esto cambie?
P. En América dividida analiza la fuerte división en el bipartidismo estadounidense, ¿es homologable al europeo?
R. Hay una diferencia. Históricamente, con un par de excepciones, siempre ha sido bipartidista. En Europa se observan más coaliciones para formar Gobiernos, y eso por definición lleva a un diálogo que requiere de un consenso. Es otro modo de operar políticamente. Es interesante el debate que hemos tenido en España este fin de semana sobre el bipartidismo. He estado en el Senado y esto es patente. A la derecha, los escaños llenos y a la izquierda también y en el centro muchos escaños vacíos. Es una imagen muy valiosa. Al igual que en EE UU, el centro parece desaparecer en lo que se refiere a representatividad.
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