Voto protesta: nulo o abstención
La papeleta en blanco, usada para expresar descontento, tiene un efecto colateral: perjudica a los minoritarios
El voto en blanco -que ejercieron más de 400.000 personas en las últimas elecciones municipales y que, según algunos sociólogos, puede crecer en estas- no es solo simbólico. Sirve para lanzar un mensaje -el hartazgo con la clase política- pero puede tener también efectos en el resultado: pone un poco más difícil a los partidos pequeños entrar en las instituciones, según expertos consultados por EL PAÍS. Si el votante quiere expresar su protesta frontal sin apoyar a ningún partido y sin alterar en nada el resultado, la opción es el voto nulo. O la abstención. Aunque ninguna de las tres fórmulas suele ser tenida en cuenta por los políticos el día siguiente. Quizá, hasta ahora.
Los votos blancos y los nulos van al mismo sitio: a la basura. No se traducen en escaños -aunque en las últimas generales, por ejemplo, hubo casi tantos votos en blanco como a ERC o PNV- ni se los reparten los partidos de ninguna manera. Son, eso sí, una forma simbólica de protestar, de decirle a los partidos que ninguno te representa. O que el sistema mismo hace aguas.
El Movimiento 15-M puede disparar el voto en blanco en Madrid
Pero la diferencia entre los blancos y los nulos es que los primeros se consideran "votos válidos". Y la cantidad de votos válidos emitidos es la que sirve de base para aplicar la nota de corte del 5% que permite a un partido entrar en el ayuntamiento, explica el sociólogo José Pablo Ferrándiz, director general de Metroscopia. Cuantos más votos válidos haya, más votos necesita un partido para alcanzar el 5%. Por tanto, si crece el voto en blanco -y también si crece el voto a candidaturas-, eso tiene un efecto: a los partidos les cuesta más votos obtener un concejal. Una dificultad añadida para los minoritarios.
Un ejemplo: según algunas encuestas, Unión Progreso y Democracia (UPyD) está cerca de lograr un escaño en el Ayuntamiento de Madrid. Si mañana el voto en blanco -o a candidaturas- se dispara en la capital, es más probable que esas últimas décimas hasta el 5% le cuesten a UPyD más votos; tendría más difícil entrar. "En ese sentido, el voto 100% simbólico, el que no afecta en nada al resultado, es el nulo o la abstención", concluye Ferrándiz.
Todo lo anterior vale para las elecciones municipales. En las autonómicas la cosa cambia un poco, porque se rigen por las leyes de cada comunidad y estas hacen sus modificaciones. Pablo Oñate, catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Valencia, pone el ejemplo de la Comunidad Valenciana, donde el porcentaje del 5% se aplica sobre el conjunto de votos emitidos, incluidos los nulos, así que allí votar blanco o nulo tiene el mismo efecto de elevar la barrera de entrada.
Según Oñate, en cualquier caso, el factor que verdaderamente perjudica a los partidos minoritarios no es el del voto en blanco o el nulo. "La variación que produce eso es casi irrelevante. Lo importante es la disparidad que existe de barreras legales en las elecciones autonómicas: que en unas comunidades [la mayoría] basta un 3% de los votos para acceder a escaño y en otras, como Madrid, Extremadura, Galicia o Comunidad Valenciana, la barrera es del 5%. O que el porcentaje se exija sobre el voto de toda la comunidad en lugar de sobre el de la circunscripción o distrito. Eso sí que afecta a los partidos minoritarios, que necesitan muchos más votos en unos sitios que en otros", subraya este catedrático.
La abstención -que alcanzó el 36% en las municipales de hace cuatro años, cifra que se asume tranquilamente- es un poco más difícil de valorar porque una parte de los abstencionistas no lo son por convicción, sino por desinterés o pereza. Cuando la abstención sí se ejerce como forma de protesta, no tiene un efecto directo sobre el reparto de escaños (no beneficia ni perjudica a un partido sobre los demás).
Tradicionalmente se ha considerado que una alta abstención perjudica más a la izquierda, pero eso es solo por intuición sociológica: "Los votantes de izquierda, sobre todo los del PSOE, suelen ser menos fieles que los del PP. Por eso se da por hecho que entre los abstencionistas hay más votantes potenciales del PSOE que del PP. Es una suposición", señala Ferrándiz.
Los sondeos que ha hecho Metroscopia estos días en Madrid, tras la aparición del movimiento de descontentos 15-M, concluyen que el voto en blanco y a partidos minoritarios puede incluso duplicarse, mientras baja el apoyo al PP y, sobre todo, al PSOE. "Pero no es fácil hacer prospecciones ahora. No sabemos si esto es solo una verbalización emocional motivada por el efecto de las imágenes de las protestas en televisión", advierte el director de la empresa. "Podría concretarse en el día de las elecciones o quedarse en mera expresión de un deseo".
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