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Elecciones municipales
Columna
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Se enciende la alarma

La política es la síntesis de todas las contradicciones que se dan en una sociedad. Y es una síntesis que se expresa de una manera no fácilmente predecible. En los momentos de estabilidad y de manera muy especial en aquellos en los que hay un fuerte crecimiento económico, la síntesis suele expresarse de manera muy pacífica con una fuerte carga integradora. Pero en los de inestabilidad y estancamiento económico ocurre lo contrario. La tendencia a la desintegración se hace muy acusada y el desconcierto general se convierte en lo predominante.

Estamos teniendo ocasión de comprobarlo en estas elecciones previstas para el próximo domingo que son las primeras elecciones desde que estalló la crisis que se van a celebrar simultáneamente en todo el territorio del Estado, aunque el cuerpo electoral que se va a pronunciar no sea un cuerpo electoral único, como el que participa en las elecciones legislativas, sino que sea un cuerpo electoral fragmentado en tantos municipios como hay en el país. Pero van a ser las primeras elecciones en las que van a poder ejercer el derecho de sufragio todos los ciudadanos españoles desde que estalló la crisis.

Hasta el pasado día 15 la campaña electoral se estaba desarrollando con normalidad. Estaba muy marcada por la intensidad y la ya muy larga duración de la crisis económica, y en especial por la muy agobiante tasa de desempleo, pero se desarrollaba dentro del marco partidario tradicional. Los partidos políticos eran los sujetos exclusivos del proceso sin que se pusiera en cuestión por nadie esa posición de exclusividad. Basta acudir a los periódicos de la primera semana de campaña para comprobarlo. La información sobre las elecciones se circunscribía a los actos de los diferentes partidos sin más.

A partir del 15-M, las cosas han empezado a ser diferentes. Por primera vez desde la transición ha irrumpido en una campaña electoral un movimiento ciudadano no controlado por ningún partido, que ha desbancado, al menos desde el punto de vista de su presencia en los medios de información, a los partidos tradicionales. Ayer jueves el denominado Movimiento 15-M ocupaba la portada de prácticamente todos los periódicos impresos y con referencias al mismo se abrían casi todos los programas informativos de las radios y televisiones.

La irrupción de este fenómeno tiene su origen, en mi opinión, en la confluencia de una doble crisis, una de naturaleza económica y otra de naturaleza política. Sin la intensidad de la crisis económica y sin las alarmantes cifras de parados no parece probable que se hubiera puesto siquiera en marcha la iniciativa y, en todo caso, es casi seguro que no habría tenido el éxito que ha tenido.

Pero siendo la crisis económica condición necesaria para el origen del Movimiento 15-M, no es condición suficiente para explicarlo. En el origen del movimiento está también la convicción cada vez más arraigada de que a través del sistema político y muy señaladamente a través del sistema electoral no se puede encontrar respuesta a las demandas que surgen de la sociedad. La impenetrabilidad de las instituciones como consecuencia de la ocupación de las mismas por partidos fuertemente oligárquicos, reforzados en esa condición oligárquica por la financiación pública y protegidos en su ocupación de las instituciones por el sistema electoral, es lo que ha llevado a tantos miles de ciudadanos a ocupar las plazas más importantes de nuestras ciudades.

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Es pronto para saber lo que este Movimiento 15-M acabará dando de sí. Pero la señal de alarma ya se ha encendido. La complejidad de la sociedad española no se siente reflejada en su sistema político.

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