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Elecciones municipales
Columna
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La salida, a la izquierda

El primer descafeinado del día lo tomó en el Bar Los Arbolitos. De allí, se dirigió a la Plaza de Andalucía, donde dio un mitin en el tono campechano que tanto gusta imitar. Recordó cómo se "hartaba" de helados en el quiosco de Alfredo; rememoró a sus primeros maestros, don Antonio Vera y don Juan Galán; habló con su vieja amiga Pepi y discutió de fútbol con Manolo.

Le salió la vena democristiana y prometió que, si tenía tiempo, se pasaría por la ermita del pueblo para ponerse "a los pies de la gran alcaldesa de Olvera, que es la virgen de los Remedios".

Sí, se acordó de todo dios, menos de sí mismo. Y es que Javier Arenas tiene memoria solo para lo que le interesa.

En plena campaña electoral, el presidente del PP andaluz ha vuelto a sacar el espantajo de la lista más votada. Propone que los partidos se comprometan ante notario a que gobierne el partido con más votos. Justo lo contrario de lo que él hizo en su pueblo.

En Olvera, la lista más votada hace cuatro años fue la socialista (seis concejales). Pero los tres ediles del PP apoyaron a los cuatro de IU y la coalición de izquierdas se hizo con la alcaldía. Una especie de pincita gaditana.

Olvera no es un caso único. Otros municipios andaluces, donde los socialistas fueron los más votados en 2007, están gobernados por otros partidos gracias al apoyo del PP: San Fernando, La Carolina, Priego... Los nacionalistas canarios gobiernan en las islas gracias al apoyo del PP, aunque los socialistas fueron la primera fuerza. En el País Vasco hay un lehendakari socialista gracias a los populares, pues el partido más votado fue el PNV.

Sabe además Arenas que las elecciones municipales se rigen por dos leyes estatales, la de Bases de Régimen Local y la del Régimen Electoral. Por tanto, una reforma de esas normas debe aprobarse en el Congreso de los Diputados.

Lo curioso es que una propuesta en ese sentido fue planteada por el PSOE cuando Arenas mandaba en Madrid y su compañero de filas, Mariano Rajoy, era ministro de Administración Territorial. Entonces, los socialistas propusieron un sistema de doble vuelta. Los ciudadanos elegirían directamente al alcalde en una segunda vuelta, si ningún partido obtenía mayoría absoluta en la primera. Aznar, Rajoy y Arenas la rechazaron.

No es extraño que, ante esta evidente contradicción, la consejera de Presidencia, Mar Moreno, acusara a Arenas de "cínico". Porque no es que haya perdido la memoria. Simplemente tiene miedo a perder ciudades importantes, como Sevilla.

Aunque las últimas encuestas le dan mayoría absoluta en la capital andaluza, todavía es posible que la izquierda supere en votos y concejales a la derecha aglutinada en el PP.

Ese es el temor de Arenas: que los votos de PSOE e IU vuelvan a sumar más que los suyos. Que vuelvan a aliarse y a gobernar de nuevo en Sevilla, o en Jaén, o en cualquier otro municipio andaluz. Una alianza plenamente democrática y legal.

Sevilla es un símbolo en la batalla del domingo. El balance del gobierno de izquierdas saliente (PSOE más IU) es positivo, a pesar de algunos nubarrones. Las filas socialistas se han renovado profundamente. El equipo que encabeza Juan Espadas es brillante, trabajador, honrado. Dos independientes, de profundas convicciones progresistas, ocupan los primeros puestos de la candidatura: Mercedes de Pablos, periodista veterana, curtida en la lucha antifranquista y en la defensa de la igualdad y Eugenio Suárez Palomares, exfiscal y exmagistrado, que ha renunciado a una exitosa carrera profesional para servir a Sevilla.

Con gente así, la salida a la crisis sigue estando en la izquierda. No hacen falta ni vírgenes, ni notarios. Nos lo recuerdan estos días miles de jóvenes que, ¡por fin!, han tomado las calles y las plazas de España.

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