Elogio del alto entendimiento
En el plazo de una semana Madrid ha vivido dos recitales de canto extraordinarios en los ciclos dedicados al lied en el teatro de la Zarzuela. El primero de ellos, con la soprano de Hamburgo Christiane Iven, ha sido una de las grandes sorpresas de la temporada lírica. Debutante en estos ciclos, la cantante dio una lección de coraje, sencillez y rigor en un exigente programa con obras de Brahms, Schumann, Wagner y Wolf. El segundo, ayer, con la mezzosoprano de Salzburgo Angelika Kirchschlager ha redondeado la impresión de progreso y madurez que la cantante transmite a cada nueva actuación.
El terreno de juego era también exigente: Schubert, Mahler, Brahms y Liszt. Curiosamente las dos cantantes comenzaron y finalizaron sus ciclos dedicados a Brahms con idénticos temas: Mi amor es verde y Del amor eterno. En ambos casos la resolución artística ha sido extraordinaria. De Iven destacó su Wolf y de Kirchschlager, su Liszt. Pero no fue lo único. La versión de la mezzosoprano austriaca de Elogio del alto entendimiento, de Mahler -del que, por cierto, mañana se cumple el centenario de su muerte-, fue sencillamente antológica y viene de perlas para titular este comentario. Porque un alto entendimiento es lo que ha caracterizado estos dos recitales líricos.
XVII CICLO DE LIED
Recitales de la mezzosoprano Angelika Kirchschlager con Helmut Deutsch al piano, y de la soprano Christiane Iven con Wolfram Rieger al piano. Teatro de La Zarzuela, 10 y 16 de mayo.
En primer lugar, por la elección de los pianistas. Tanto Wolfram Rieger como Helmut Deutsch son sencillamente extraordinarios desde concepciones distintas del acompañamiento. El primero es un perfeccionista de lujo con una obsesión por el detalle musical verdaderamente admirable. El segundo posee un fraseo de los que hacen escuela con una flexibilidad en el diálogo con los cantantes que roza la perfección. Un recital de lied necesita que cantante y pianista tengan un nivel de comunicación, de complicidad, a alto nivel. En estas ocasiones lo han tenido.
En segundo lugar, los protagonistas han elegido unos programas exigentes y generosos, que han sabido resolver con precisión, estilo, naturalidad y empuje. Han ido al corazón del lied, transmitiendo toda la carga de intimidad, de respeto al texto y de poesía musical que las circunstancias exigían. Se puede hablar de la belleza vocal, de la solidez expresiva de Kirchschlager o de la valentía y profundidad de Iven.
Las dos son grandes intérpretes. Las dos, con sus pianistas, han hecho lied de gran altura, de alto entendimiento. Con 31 canciones una y con 27 la otra se han dejado la piel en escena. El público de Madrid se lo ha agradecido con calor.
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