Chicos perdidos
El dramático paro juvenil puede paliarse con reformas laborales radicales
El Fondo Monetario Internacional no exageraba mucho cuando decía que España se enfrenta al peligro de una "generación perdida". Más del 40% de los trabajadores jóvenes están buscando trabajo (alrededor del doble de la ya elevada media de la UE). La situación es dramática, pero podría remediarse, en parte, si el Gobierno tuviese el valor de llevar a cabo unas reformas laborales más radicales.
El desempleo entre los jóvenes de entre 16 y 24 años es un problema en la mayor parte de Europa e históricamente ha duplicado la tasa de paro nacional, como sucede en España. Pero la estructuralmente alta tasa de paro española hace que incluso en los mejores momentos de la expansión económica, en 2006, el 18% de los jóvenes estuviese en paro. El sector de la construcción absorbió temporalmente algunos trabajadores jóvenes, pero luego los escupió de vuelta a la cola del paro tras la crisis.
Hay dos formas de solucionar el problema. La mayoría de los jóvenes desempleados están poco cualificados y no han terminado la educación secundaria: el elevado porcentaje de abandono escolar es uno de los peores de la OCDE. Reformar el sistema educativo es clave, pero requerirá tiempo y unos recursos de los que España no anda sobrada.
La segunda es fomentar la creación de empleo en general reformando el mercado laboral. El Gobierno lo está intentando, pero tiene que ir más lejos. Un elemento clave sería flexibilizar la negociación salarial colectiva. La legislación también debería fomentar la creación de un contrato de trabajo único para eliminar la dualidad en el mercado laboral y hacer que sea más fácil y menos costoso contratar trabajadores de forma permanente. Alrededor de una cuarta parte de todos los contratos son temporales, y los trabajadores rara vez reciben una formación adecuada en estos empleos sin futuro.
Las empresas también pueden hacer su pequeña aportación. La cadena de supermercados Mercadona da trabajo a 63.500 empleados con contratos fijos y les forma durante más tiempo que la competencia. Como consecuencia, venden más que sus rivales. Pero muy pocas empresas tienen la potencia financiera de Mercadona (registró unas ventas de 16.500 millones de euros el año pasado) o su empeño en mejorar la productividad.
Pero España no solo tiene que preocuparse por los poco cualificados. Casos anecdóticos parecen indicar que los licenciados universitarios empiezan a marcharse del país. Esto no es necesariamente un problema si regresan después de una experiencia laboral en el extranjero. Pero dado el envejecimiento de la población española y la perspectiva débil de crecimiento, el país no puede permitirse perder permanentemente su talento joven, mientras mantiene a los que se quedan en casa en la desesperación del desempleo.
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