"Margaret Thatcher destruyó la cultura"
Edward Hall en el Festival de Otoño
Edward Hall, uno de los últimos ídolos del teatro europeo, dice, en contra de las hemerotecas, que la aclamada Propeller y sus espectáculos no son suyos. "Es una obra colectiva, no soy un director que se sienta en su sillita ordenando, lo que mostramos es algo construido con muchos puntos de vista, los actores se implican en el montaje, hacen de todo: cantan, componen música, hacen arreglos...", dice Hall de la fórmula de Propeller y que recuerda al teatro independiente del tardofranquismo.
Él y su compañía han inaugurado el Festival de Otoño en Primavera, en el que participan hasta hoy en los Teatros del Canal, con dos montajes de Shakespeare, único autor al que abordan: La comedia de los errores y Ricardo III, que entusiasman a los espectadores.Tranquilo, atractivo, con la frescura de alguien que a sus 43 años aún no ha abandonado un aire juvenil, se le ve vibrar cuando habla de la política cultural de Margaret Thatcher: "Destruyó muchísimo en el mundo de la cultura, lo que hemos hecho en los últimos quince años es ir reconstruyendo las estructuras que había destrozado, ahora estamos en un momento en el que, como sector e industria cultural, tenemos claro que el teatro genera muchísimos ingresos para el país, por lo que se da una clarísima vinculación entre el éxito comercial y las subvenciones del sector público", y añade por si la cosa no ha quedado clara, "antes que emplear esos argumentos culturales que señalan que el arte es necesario para la sociedad, existe un argumento económico que es con el que hay que lidiar, muy ajustado a los tiempos que vivimos". Hall, que amenaza con que podría estar horas hablando de este asunto, dice que esa reconstrucción que se ha hecho está a punto de desmantelarse de nuevo por los gigantescos recortes en la cultura, casi del 50%.
No es reacio a hablar de los afamados miembros de su familia. Es hermano de Rebecca Hall, actriz internacionalmente reconocida por sus trabajos en cine y teatro e hijo de Sir Peter Hall, uno de los gurús mundiales del teatro. "Tenemos relaciones muy estrechas".
Como contraprestación a las exigencias de Hall a sus actores, él ofrece un sitio permanente en la compañía: "Yo no les puedo despedir, porque la compañía nos pertenece a todos, no hay contrato, pero es un acuerdo tácito entre caballeros". Y lo de "caballeros" es políticamente correcto porque Propeller recurre a la tradición isabelina de que los papeles de mujeres los interpreten hombres, lo que redunda en esa vis cómica por la que apuesta claramente esta compañía.
"Nuestros montajes son una mezcla entre una obra clásica y una estética contemporánea; Shakespeare escribía obras modernas en el XVII y él no las llamaba tragedias o comedias, fueron otros quienes las etiquetaron", dice Hall, "mantenemos una disciplina en cuanto al lenguaje, porque las obras están concluidas de manera muy bella y sólo hay una forma de decir a Shakespeare; es como tocar un blues, hay que tener una disciplina técnica y saber los acordes, pero luego puedes interpretarlo de muchos estilos, pretendemos acercarnos a lo que a él le pasaba por la cabeza, para llevar la obra a nuestro contexto, sin ser esclavos de esa estructura rígida".
Destaca de Ricardo III el mucho humor negro que en ella destila Shakespeare: "Intentamos sacarlo de las entrañas para hacer una comedia negra". En cuanto a La comedia de los errores, dice que es un teatro en formato de farsa: "Lo mejor que he leído nunca, una anarquía completa, pero tras ese disparate subyace una tragedia, intentamos no disipar el alma que tiene la obra, pero a veces nos dejamos llevar por la anarquía".
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