Barberá pide el voto contra Zapatero

"Olvidaos de esas ideas de si Rita barre y Rita arrasa; no es verdad", les dijo ayer la alcaldesa de Valencia y candidata por el PP a la reelección a un grupo de jubilados que la escuchaban arrobados en el Centro de Mayores de Arrancapins. La "mejor alcaldesa de España", como luego le corearon en el mercadillo de Convento Jerusalén, prefiere no confiarse: "Os necesito para volver a ser alcaldesa", les reclamó la candidata.

En el escenario electoral de Barberá, que hace pocos días reconoció que repetir los resultados de 2007 estaría bien, es crucial que el resultado sea tan rotundo que permita forzar un adelanto de las elecciones generales. "Necesitamos un triunfo rotundo y claro para que se vea [el presidente Zapatero] abocado a convocar elecciones el día 23", abanderó ante los mayores. La alcaldesa que barre en la tercera capital de España durante 20 años necesita arrasar el 22-M en las urnas.

La candidata 'vende' su programa social y se pasea por el mercado

La alcaldesa, que brilla como pocos en los mercados, se marchó luego a uno de ellos para regalar delantales, bolsas de aseo y toda la panoplia de objetos de merchandising que reparte el PP en sus actos electorales junto a sus papeletas de voto.

"No se enteran de la película. Es que te agobian. Una cosa es que quieras coger la papeleta y otra que te la metan por las narices", se quejaba una de las avasalladas por la nube de voluntarios que distribuían fotos y papeletas de los populares.

Barberá no oyó estos comentarios. Se dedicaba a una de las cosas que mejor sabe hacer y es moverse por mercados y mercadillos como pez en el agua, chocando manos, comentando, dando besos... Se hinchó a firmar fotos suyas de campaña. Y como la crisis aprieta, un vendedor de cupones de lotería, en lugar de venderle, le pidió que se los firmase.

Quien intentó venderle un biquini rojo -color que la candidata usa a menudo- fue el dueño de una parada: "Rojo para la Rita, su color". Y lo intentó de veras, pero la alcaldesa pasó y siguió su camino. En el trayecto hasta la calle de Pelayo, donde se subió a un coche y abandonó el lugar, sí hubo de responder varias veces a la misma pregunta. "Rita ¿nos vas a cerrar los mercadillos?". La Unión Europea obliga a regular las paradas. Les contestó que no, pero por si las moscas le recordaron que son 35.000, más las familias.