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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Gran protagonista, impecable montaje

Se mire como se mire, Alceste, el protagonista de El misantrop, es insoportable. La impertinente aversión que siente y expresa por el género humano en general y en concreto por los marqueses ridículos, por la interesada beata Arsinoé, por la afectación de Oronte -uno de los pretendientes de su amada Célimène- y por la coquetería de esta, lo convierte en alguien muy íntegro, pero sumamente intolerante y, en consecuencia, desagradable. Imagínense tener en su entorno a un individuo como él. Cualquiera preferiría inclinarse hacia Philinte, su moderado y sereno amigo. Molière, sin embargo, transforma tanto fanatismo por la sinceridad y la nobleza de espíritu en toda una dimensión ética y filosófica con la que acabamos congeniando. Nos muestra, además, su punto débil, su incontrolable pasión por la frívola Célimène, de la que es muy consciente, acercándonos así a un pobre tipo que deja de ser desagradable para parecernos patético y por el que no podemos evitar sentir cierta simpatía. En este atractivo montaje que firma Georges Lavaudant, Alceste es el siempre magnífico Jordi Boixaderas, que aquí, más Al Pacino que nunca, consigue que nos olvidemos de los Alcestes anteriores para plantearnos, como una opción seria y no una extravagancia, lo de acompañarle en su exilio al desierto. Tantos son sus matices, tanto su poder de convicción y su profunda humanidad, que, de todos los intérpretes, solo tengo palabras para él. Y eso que el reparto es excepcional.

EL MISANTROP

De Molière. Traducción: Sergi Belbel. Dirección e iluminación: Georges Lavaudant. Con: Jordi Boixaderas, Jordi Bosch, Lluís Soler, Marta Marco, Anna Ycobalzeta, Rosa Novell.

Teatre Nacional de Catalunya, Sala Gran. Barcelona, 5 de mayo.

Gran protagonista e impecable puesta en escena, deliberadamente fría y, por ello, sorprendentemente bella, llena también de matices y de referentes. Lavaudant, a partir de una diáfana versión en prosa de Sergi Belbel, nos ofrece un Misantrop que, sin huir del contexto espacio-temporal en el que Molière sitúa su obra, se abre a otros espacios y otras épocas a través del maravilloso vestuario y la eficaz banda sonora. Los estupendos temas musicales van desde el Hollywood clásico a la chanson, pasando por las percusiones más disco. Y la dicotomía que atraviesa la pieza entre lo que pensamos y lo que decimos queda felizmente resumida en los acordes del famoso tema Je t'aime. Genial. La escenografía subraya también esa dicotomía con el amplio panel que divide el escenario y al que, de vez en cuando, los criados le dan la vuelta, llegando en ocasiones a interrumpir la escena para seguir con ella desde el otro lado y así mostrarnos, metafóricamente, el lado sincero y el hipócrita del alma humana. Brillante.

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