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El PSC da alas a la campaña de CiU con su 'no' al fondo de competitividad

Los socialistas catalanes se alinean con el PSOE - Surgen las primeras voces críticas en el seno del partido

Miquel Noguer

Nunca una derrota en el Congreso había generado tanta euforia en Convergència i Unió (CiU). El rechazo del Parlamento a la moción nacionalista para que el Gobierno pague este año los 1.450 millones del fondo de competitividad insufló ayer a la federación nacionalista incontables toneladas de metralla electoral con la que afrontar lo que queda de campaña. El desmarque de los diputados del PSC respecto a lo que votaron en el Senado -el pago del fondo- permitió a CiU, y también a Esquerra, Iniciativa e incluso al Partido Popular, salir en tromba para denunciar que el PSC trabaja "contra Cataluña". Artur Mas fue el primero en apuntarse a este mensaje.

De poco sirvió que los socialistas catalanes sostuvieran que siguen estando a favor de que se pague el dinero a la Generalitat y que el oportunismo y el "electoralismo" es lo único que mueve a CiU. Horas antes de la votación, la federación nacionalista movilizó a todos sus dirigentes y candidatos a las alcaldías para repetir machaconamente el mismo mensaje: "El PSC prefiere el PSOE a Cataluña".

Artur Mas asegura que los socialistas trabajan "contra Cataluña"
Iceta ve simple "electoralismo" en las maniobras de Convergència

Nacionalistas y socialistas llevaban días buscando apoyos en el Congreso para imponer sus posiciones. Los nacionalistas salieron derrotados por 168 votos en contra, 161 a favor y 10 abstenciones. El Partido Popular se sumó a la moción de CiU, igual que ERC, ICV-IU y el BNG. En contra votaron el PSOE y UPyD. Se abstuvieron UPN, Coalición Canaria y un partido, el PNV, que siempre ha alardeado de "amistad" con CiU.

Abrió fuego el diputado de CiU Josep Sánchez Llibre, quien no ahorró dardos hacia los socialistas. "Necesitamos un frente común para defender conjuntamente los intereses de Cataluña. Que reflexionen los diputados del PSC y voten con la máxima contundencia la moción de CiU (...). Ustedes dicen una cosa en Cataluña y votan lo contrario en el Congreso", afirmó.

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Quizá para intentar minimizar los daños, la dirección del PSC dejó la defensa de la posición del partido en manos de una diputada que no forma parte del núcleo duro, Montserrat Colldeforns. Ésta se esforzó en darle la vuelta a la situación. "No utilicen más el nombre de Cataluña en vano y empiecen a gobernar. ¿Creen que en Cataluña estaríamos mejor con el sistema de financiación de Aznar y Pujol?", dijo. Colldeforns intentó, sin éxito, hacer prosperar una enmienda que pedía al Gobierno y a la Generalitat que se reunieran para alcanzar un acuerdo.

Mientras el líder del PSC, José Montilla, mantenía su silencio, el número dos del partido, Miquel Iceta, intentaba convencer a través del Twitter. "CiU ha preferido perder una votación antes que reconocer que la solución propuesta por el PSC servía para avanzar. Puro electoralismo".

Las primeras grietas en el PSC no tardaron en aparecer por el flanco más previsible. El exconsejero Ernest Maragall, situado en el ala más catalanista, replicó a Iceta desde el Twitter. "¿Por qué el PSC no ha votado lo mismo que hace 15 días? Difícil de entender". También el alcalde de Lleida, Àngel Ros, recordaba que "no pasaría nada porque una vez el PSC se desmarcara del PSOE".

Por si faltaran ingredientes en el escenario de enfrentamiento con Madrid que busca Convergència i Unió para su campaña, el Gobierno catalán dio otro empuje a la estrategia. En plena campaña electoral decidió recurrir ante el Tribunal Constitucional lo que consideran "ofensiva" centralista del Gobierno central en decisiones como quién debe velar por la seguridad del túnel del AVE en Le Perthus o por qué el Estado debe inmiscuirse en la contaminación que afecta a la ciudad de Barcelona.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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