Ya son buenos
Hay conversaciones de sobremesa en las que bien comidos y bebidos nos preguntamos lo que opina el nublado o lúcido pensamiento de cada uno sobre la legitimación jurídica de Bildu, esa candidatura que agrupa a independentistas democráticos (de toda la vida) con la izquierda abertzale de ayer y de hoy. Siento demasiado respeto por el concepto primitivo de la izquierda como para sentir estupefacción cuando identificaban a Herri Batasuna con ella. Me ocurre lo mismo con el término liberal cuando constato quiénes se arrogan tenazmente su representación. Pero imagino que son líos semánticos que se monta mi confusa cabeza, que confundo izquierda y liberalismo con facherío puro y duro.
Hay de todo en los juicios de las personas con las que estoy sobre la sentencia del Tribunal Constitucional. Y argumentan bien su adhesión o su rechazo, aunque todos reconocen que la temática es compleja. Como siempre, yo no tengo nada claro. Encuentro confuso lo de jueces progresistas y jueces conservadores en aquellos que dictan inapelablemente lo que es bueno y lo que es malo. Alguien me aclara que para hacer brillante carrera en la posesión de la verdad es obligatorio que te promocionen los partidos políticos, dando por supuesto que eso no afectará para nada en la sagrada independencia de sus criterios, que nadie llega a tocar los cielos sin el padrinazgo de los timoneles del barco de la patria.
Y me pregunto por qué es progresista apoyar la legalización jurídica de tantos espíritus que hasta ayer santificaban las mortíferas hazañas de los que sembraron de cadáveres Hipercor (normal, ir a comprar o a matar el aburrimiento en esos almacenes españolistas suponía un inadmisible acto de violencia contra el oprimido pueblo vasco) pero que de un día a otro han sido tocados milagrosamente por la luz de la razón y del pacifismo. Imagino que también animados por el vil metal que proporciona un curro amparado por el Estado. Y por qué es conservador no querer ir ni hasta la esquina con los que han compartido entendimiento y fraternidad ancestral con tanto asesino sin mala conciencia, profesional, sin motivos personales. Está claro que los últimos andan en ruina. También que resulta muy humano el sálvese quien pueda. Aunque sea a costa de hacerse demócrata. O de simularlo.
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