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Tentaciones
Entrevista:CINE

La posesión diabólica como arma política

Cuando William Friedkin estrenó El exorcista en 1973 no solo abría las puertas a un glorioso nuevo reinado del terror en el cine. También estaba sirviendo una radiografía del estado de su nación. La semilla del diablo (1968) había apuntado una sociedad condenada al desentendimiento generacional, mientras George A. Romero retrataba en La noche de los muertos vivientes (1968) a un ejército lobotomizado por los ideales patrióticos en Vietnam. Tomando el testigo de ambas, la cinta de Friedkin, basada en la novela de William Peter Blatty, se presentaba como catalizador de todos los males de una época. La familia desestructurada, el debate por la legalización del aborto o los abusos de poder de Nixon -ese demonio que, como el del filme, mezclaba verdades y mentiras en su discurso- encontraron un claro reflejo en sus fotogramas. Posiblemente nunca una película de terror propiciara tanto debate social. Incluso sirvió al papa Pablo VI para hacer proselitismo.

"Hoy la idea del mal es mucho más vaga que antes, es algo que convive con nosotros"

La obra se convirtió en todo un símbolo del "enemigo interior" que asolaba la industria del cine encarnado en los demonios Coppola, Scorsese y demás. Posteriormente, esas ideas han alimentado desde innumerables enfoques el cine de posesiones infernales. Por eso hace tiempo que dejamos de pedir nuevas lecturas a un género que podría disputarse el tercer puesto en el podio sobrenatural del celuloide tras los zombis y los vampiros.

Sin embargo, de vez en cuando aparecen cintas que permiten recuperar la fe en él. Es el caso de El último exorcismo, que se estrena hoy en España. Su director, Daniel Stamm, acudió a presentarla a Sitges tras haberla convertido en una de las películas más rentables del año pasado: costó dos millones de dólares y recaudó, solo en EE UU, cuarenta. "Me resulta más sugestivo abordar este tema que el vampirismo, los zombis o la licantropía", dice sin perder la sonrisa. "En todos esos casos, el enemigo es externo: puedes encontrar formas de acabar con él físicamente y la amenaza desaparece. Hasta hace poco es posible que funcionara distinguir claramente el bien del mal, pero ahora la idea del mal es mucho más vaga. Es algo que está entre nosotros, convive de una manera normalizada. La prueba está en el aumento de la escalada terrorista que asola el planeta. La posesión demoniaca sirve de metáfora perfecta para el mundo actual: hay que emprender una lucha mucho más sofisticada para extraer el mal y no acabar con sus víctimas".

Con la producción de Eli Roth (Hostel) y un estilo documental similar al de El proyecto de la bruja de Blair, Stamm presenta a un exorcista que ha perdido la fe. Junto a un equipo televisivo, aborda su última empresa en un pueblo perdido de la América profunda. "Está planteado como un combate de boxeo entre la ciencia y la religión. Para mí, en última instancia, es una exposición sobre el fanatismo y sus consecuencias. Es normal que la religión sirva de refugio a muchas personas en tiempos difíciles. Sin embargo, en la era del acceso a la información, la religión ha tenido que encontrar nuevas fórmulas para captar a sus seguidores. Ha aprendido de la cultura del eslogan: lanza mensajes rápidos y perfectamente digeribles".

La solvencia de Stamm lo ha convertido en una codiciada promesa en Hollywood. Ahora mismo se encuentra rodando la segunda parte de la trilogía The night chronicles, producida por M. Night Shyamalan (recordemos: la primera parte, La trampa del mal, trataba precisamente sobre un grupo de personas encerradas en un ascensor con un ente diabólico). Y ya ha firmado para realizar el remake de Martyrs, cinta de culto francesa por llevar al extremo los límites de la tortura y el dolor. Que detrás de esta última esté Wyck Godfrey, productor de la serie Crepúsculo, no invita a esperar el festín gore terminal que encumbró a la original. Stamm lo confirma: "Martyrs es muy nihilista, pero yo quiero acabarla con un rayo de esperanza. Que una película de terror acabe mal no significa necesariamente que sea mejor".B. B.

El último exorcismo se estrena hoy

<b>Ashley Bell, la niña poseída de <i>El último exorcismo, </i>en pleno trance.</b>
Ashley Bell, la niña poseída de El último exorcismo, en pleno trance.

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