Nubes negras
En principio, 2011 debería ser un año mejor que 2010 para la economía gallega. El fondo de la crisis económica se tocó en 2009 y 2010 fue un año de transición hacia la recuperación. Cierto que débil; pero un alivio si pensamos en lo ocurrido en el último trienio. Y, sin embargo, se divisan nubes negras que pueden arruinar el balance del año y dificultar la sostenibilidad financiera de los servicios públicos.
Respecto a lo primero, va a ser muy difícil que Galicia consiga mantener un crecimiento económico superior a España, como venía sucediendo desde 2006. La conclusión del Xacobeo, las señales que envían el índice de producción industrial, las estadísticas de exportaciones y las turísticas, los propios indicadores de mercado de trabajo (excepto la tasa de paro) apuntan hacia un crecimiento inferior al español.
El empeoramiento de los servicios públicos por los recortes continuará en 2012 y 2013
Sin duda, el rescate de Portugal va a generar también efectos negativos sobre la economía gallega. Aunque tampoco hay que exagerar. Es verdad que las cifras de exportaciones al país vecino son importantes. Pero el empeoramiento en el PIB portugués como consecuencia del plan de ajuste no va a ser dramático ni en 2011 ni en 2012 (¿llegará a un punto porcentual al año?). Por tanto, tampoco cabe esperar una debacle en las compras a Galicia. De hecho, no falta quien advierte que la subida de la posible imposición indirecta en Portugal (IVA e impuestos especiales) va a animar el consumo transfronterizo a favor de Galicia. A mi juicio, no sería del todo razonable hacer un seguimiento mensual de la crisis lusa, un factor exógeno, y obviar otros igualmente relevantes y, en cambio, endógenos y controlables, al menos parcialmente.Creo que lo que realmente necesitaríamos sería hacer un seguimiento de la evolución económica global y en tiempo real, pero proponiendo medidas que se incardinen en una estrategia de largo plazo.
Respecto a la financiación de los servicios públicos, se avecina un nuevo ajuste del gasto a la baja antes de fin de año. La razón fundamental es que el Gobierno central se resiste a anticipar el fondo de cooperación para 2011, como sí hizo en 2009 y 2010. Una cantidad que fue incluida como ingreso en los presupuestos para 2011 y que ahora habría que eliminar y compensar con recorte de gasto. La única esperanza de que no vaya a ser así es que la Generalitat catalana haga cambiar de criterio al Gobierno de Zapatero. Algo que, también es verdad, no parece imposible, teniendo en cuenta el pasado.
Los ajustes presupuestarios en Galicia comenzaron antes que en el resto de España porque nos favoreció el calendario electoral. Y eso nos ha ayudado a que se fueran digiriendo mejor. Además, la Xunta ha aplazado sine die las rebajas impositivas prometidas. Aunque estoy en desacuerdo con esas rebajas hoy y mañana, porque no son justas ni coherentes con la demanda de más recursos al Gobierno central, reconozco que la Xunta ha sido responsable al aplazarlas.
Pero todo lo anterior no va a ser suficiente. Ese recorte que nos espera a la vuelta de la esquina va a contribuir a un empeoramiento de los servicios públicos que continuará en 2012 y 2013. Porque el Gobierno central está ahogando a las comunidades autónomas. La situación devendrá en insostenible muy pronto. Probablemente, los cambios de gobierno en la arena autonómica que se producirán en mayo provocarán un incremento del déficit público declarado: es norma que todo Ejecutivo entrante sacude el colchón hasta que salen todas las facturas y compromisos pendientes de pago. Y aunque Galicia no será actor protagonista del drama, lo sufrirá indirectamente. Si las autonomías están hoy en el punto de mira de analistas patrios y extranjeros, ni me imagino cómo se pondrán dentro de unos meses.
Apoyo la senda de reducción del déficit público español fijada por el Gobierno central. Pero disiento del reparto entre niveles de gobierno, de que la imposición patrimonial (patrimonio neto y sucesiones) no sea contemplada como instrumento para lograrla, y de que el fraude fiscal siga siendo una lacra soslayada.
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