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Reportaje:

El populismo desembarca en Salt

Tres partidos calificados de "racistas" por la alcaldesa concurren a las elecciones - Los xenófobos pretenden rentabilizar los problemas de convivencia

Castigada por el paro, con problemas de convivencia y en plena digestión de una oleada migratoria sin precedentes, la derecha xenófoba y populista ha visto en Salt un terreno abonado en el que germinar. Tres partidos calificados de "racistas" por la alcaldesa, Iolanda Pineda (PSC), han irrumpido en la política local para pescar el próximo día 22 en las aguas revueltas del municipio.

"La gente nos cuelga la etiqueta de racistas, pero yo no tengo problemas con los inmigrantes, siempre que no tenga que mantenerlos", sostiene Carles Bonet, cabeza de lista por PxC. Bonet, que trabaja como vendedor en un centro comercial, repite el mensaje de "primero, los de casa", que ha dado a PxC buenos réditos en otros municipios catalanes, como Vic o El Vendrell. María del Carmen Martínez, la candidata del Movimiento Social Republicano (MSR), fue denunciada por Pineda por amenazarla e insultarla durante una manifestación convocada el 21 de marzo para pedir justicia por el asesinato del joven Óscar Cruz. Y Gent per Salt (GPS), nueva formación que lanza mensajes más tibios, completa el trío de partidos unidos por un mensaje de fondo: hay que poner freno a una inmigración que atropella a la población local.

"Salt es un caldo de cultivo para racistas y xenófobos", afirma un experto
La competencia entre los populistas puede restarles representatividad

La tensión en la política local quedó clara el pasado jueves, cuando se tomó la foto conjunta de todos los candidatos. Las sonrisas forzadas no ocultaron la transformación de una ciudad que, como tantas en Cataluña, ha vivido hasta ahora alternando gobiernos de CiU y el PSC con la presencia minoritaria de ERC, ICV y el PP. Un comunicado hecho público días antes por el equipo de campaña de Pineda, en el que se arremete contra las tres formaciones y el PSC se compromete a no pactar con ellas "en ningún caso", ha caldeado aún más el ambiente.

Si la campaña electoral se centra en la inmigración, los partidos que defienden la mano dura se verán favorecidos, según Gabriel Colomé, exdirector del Centro de Estudios de Opinión de Cataluña (CEO). Alguno de ellos podría superar el umbral del 5% del voto necesario para poder entrar en el Consistorio. "Salt es un caldo de cultivo para movimientos xenófobos y racistas", dice Colomé, que recuerda que en las encuestas de opinión los ciudadanos manifiestan que sus principales preocupaciones son, por este orden, el paro, la economía, la inmigración, la seguridad ciudadana y los políticos.

En Salt, el 40% de los ciudadanos son inmigrantes. Hay 3.800 parados registrados (cerca de un 20% de la población activa), de los cuales más de 2.000 son ciudadanos extracomunitarios. Y esto sin contar que buena parte de sus habitantes no están contabilizados como población activa y, por tanto, no aparecen en las listas de paro. Además, el último mandato se ha visto lastrado por varios altercados.

A mediados de enero ardieron 12 vehículos en un fin de semana, en una oleada de actos vandálicos que siguieron a la muerte de un menor que cayó por un patio interior cuando huía de la policía. Unos 3.000 vecinos salieron luego a la calle para manifestarse a favor de la convivencia. Pero no es fácil. La policía ha tenido que tapiar unos 100 pisos que habían sido ocupados de forma ilegal, muchas veces después de que las familias que vivían allí fueran desahuciadas por impago de la hipoteca. Alrededor de 30 pisos están ocupados de forma continuada, patada en la puerta mediante, según la alcaldía.

Gent per Salt (GPS) y PxC creen que el gobierno municipal no quiere actuar. "Estos okupas tienen atemorizados a los vecinos", opina Antonio Rodríguez, número uno de la lista por GPS y comercial de automóviles en paro. A su lado, asienten Eduard Salvador y Ana M. Masferrer (números dos y cinco). La formación que lidera Rodríguez apuesta por un aumento de los efectivos policiales.

Rodríguez denuncia la política de encubrimiento que, en su opinión, aplica la alcaldesa cada vez que hay problemas. "Su manera de hacer es decir siempre que aquí no pasa nada. Nosotros proponemos que se instauren vigilantes de noche, que no vayan armados pero que puedan comunicarse con la policía", afirma. "No puede ser que a las cuatro de la madrugada haya grupos de tíos en las esquinas sin hacer nada, algunos trapicheando", se queja. "Hay gente que lleva años en este pueblo y no puedes estar diciéndoles siempre lo que no se puede hacer. Hay que aplicar la ley", dice. Sobre las acusaciones de racismo del PSC, el candidato de Gent per Salt las tacha de "descalificaciones" que, a su parecer, solo persiguen un objetivo electoralista.

La guinda del pastel electoral la pondrá el MSR, con una candidata denunciada por amenazas a la alcaldesa. Jordi Garriga, número dos de lista por Salt, defiende que María del Carmen Martínez ni amenazó ni insultó a Pineda, y que simplemente el día de la manifestación "estaba enfadada". "Habían matado a un amigo suyo. A la alcaldesa no le habían matado a un amigo", dice Garriga. En un vídeo en Youtube se ve a Martínez ese día destacar por encima de los manifestantes, congregados frente al Consistorio, mientras grita: "¡Todo para los inmigrantes!, ¿y nosotros qué?" y "¡vienen aquí a hacer daño!". Este periódico ha intentado, sin éxito, contactar con Martínez, que tiene 30 años y está en el paro. Garriga, que no vive en el municipio, sino en Sant Cugat, opina que Salt va camino de convertirse en una zona sin ley.

Para María Osuna, número dos de PxC, "los derechos de los inmigrantes empiezan cuando acaban sus obligaciones". Osuna ha sido la instigadora de la candidatura, bendecida por Josep Anglada, líder de PxC, quien declaró que "hay muchos ojos puestos en los resultados de Salt".

La elevada participación que se espera en estos comicios puede beneficiar a estos partidos minoritarios. Aunque, recuerda Colomé, la existencia de varias formaciones que luchan por un mismo espacio electoral puede dividir su voto hasta hacerles perder representatividad.

Oriol Amorós, ex director general de Inmigración por ERC en el anterior Gobierno de la Generalitat, cree que el surgimiento de partidos racistas ha sido, en parte, responsabilidad de algunos alcaldes que han acabado legitimando sus argumentos de forma involuntaria. "Al asumir como propios los temas de los partidos racistas, intentando frenarlos, han conseguido todo lo contrario. Es lo mismo que ha pasado en Francia con Nicolas Sarkozy y el Frente Nacional", explica Amorós. En su opinión, los partidos deberían acordar unos mínimos comunes para prevenir el racismo en política: hacer el mismo discurso frente a todos los públicos y no ir cambiándolo a conveniencia, evitar atribuir a un colectivo entero características de un solo individuo y, por último, ofrecer soluciones para los problemas.

En el caso de Salt, Amorós lo tiene claro: "Salt necesita una ayuda mucho más importante por parte de las Administraciones para la formación y la inserción laboral". "El problema de Salt es la pobreza", concluye.

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