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Columna
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Minifundio local

Joaquín Estefanía

Se sabe de pueblos de apenas un centenar de vecinos, que son pedanías de algún municipio mayor, en los que sus habitantes pretenden segregarse de este y ser "independientes". Ello va contra las tendencias de los países de nuestro entorno. España tiene más de 8.000 municipios, de los cuales el 60% tiene menos de 2.000 habitantes. Un gran minifundio local.

Es oportuno que el Círculo de Empresarios se haya añadido al debate sobre este tema, que permanece demasiado sumergido ante las urgencias de la coyuntura. En su estudio Propuestas para la mejora de la eficiencia y la unidad de mercado, este lobby empresarial demanda la reducción del número de Ayuntamientos, con el objetivo que define el título de la publicación.

En España hay 8.000 Ayuntamientos, el 60% de ellos con menos de 2.000 vecinos. ¿Se debe mantener esta división?

Hay más argumentos, que son los que se manejaron en muchos países de Europa en la segunda mitad del siglo XX a la hora de amalgamar los municipios pequeños en unidades administrativas mayores y más homogéneas. Básicamente dos, unidos de modo íntimo: la lucha contra la corrupción -que es mayor en este nivel administrativo que en los otros dos- y aumentar la calidad del gobierno local.

En el Informe sobre la democracia en España (IDE), de la Fundación Alternativas, correspondiente al año 2009, se demandaba que del mismo modo que ha habido distintas reflexiones sobre la Administración central y las comunidades autónomas en estas décadas de democracia, habríamos de pararnos y pensar en lo local con la misma intensidad: ¿cómo y cuántas personas se han de elegir para que nos representen en las administraciones locales?, ¿qué forma de gobierno es la más adecuada?, ¿se deben elegir a personas que monitoricen la gestión o que gestionen directamente los Ayuntamientos?, ¿se debe mantener la división municipal, extraordinariamente heterogénea, heredada de regímenes anteriores o sería mejor alterarla?, etcétera.

En el IDE se sostiene el reagrupamiento de municipios para crear unidades administrativas más grandes y homogéneas. En los países del norte de Europa (Suecia, Dinamarca...) y ahora en Grecia, con motivo de su durísimo plan de ajuste, se ha ido a municipios que dificulten la corrupción y aumenten los controles profesionales sobre las decisiones políticas. Y cuando se introducían asociaciones voluntarias de municipios, comarcas, mancomunidades... no se añadían nuevas unidades administrativas -como ha ocurrido muchas veces en España-, sino que se eliminaba la gran mayoría de las preexistentes.

El reducido tamaño de muchos municipios hipoteca en ocasiones la eficacia de su funcionamiento. Ayuntamientos más eficientes institucionalizan un sistema de verdadera separación de contrapoderes a través de contrapesos políticos (forzando que distintos partidos tengan que cohabitar y decidir políticas públicas de forma conjunta) o a través de una gestión profesionalizada, con el establecimiento de directivos independientes.

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