La vista de una anchoa
Un profesor estudia en el Aquarium de San Sebastián los ojos del pescado - Solo determinados tipos del pez captan luz polarizada
Cuando Martin Hess (Munich, 1967) estaba realizando su doctorado, uno de sus profesores le propuso investigar la estructura de los ojos de las anchoas. Así empezó su relación con el pescado, 15 años de trabajo que le han traído hasta San Sebastián. El profesor de Zoología y Biología Marina de la Universidad Ludwig Maximilians trabajaba ayer en el Aquarium de la ciudad, el único de Europa que ha conseguido mantener anchoas vivas en cautividad. Requisito imprescindible para que Hess pueda continuar con sus experimentos.
Y, ¿qué tienen de especial los ojos de las anchoas? Hess con sandalias, camiseta negra y pantalones caquis, explica en qué consiste su trabajo. "Los insectos, al igual que las anchoas captan luz polarizada, y no colores, como hacemos los humanos", aclara el científico. "Todos los animales utilizamos la luz como información y esta puede llegar de varias formas. Por intensidad, colores o polarizada", añade. La particularidad en el caso de las anchoas es que solo determinadas especies son capaces de captar ese tipo de luz. "Eso les hace distinguir, por ejemplo, entre el azul del agua y el mismo color de otros objetos que se pueden encontrar mientras nadan, o el plancton transparente, es decir, son capaces de establecer un contraste", explica Hess, que ahora intenta descifrar la morfología y fisiología de esos ojos.
"Pueden detectar el plancton transparente por contraste", según el experto alemán
El centro es el único de Europa que mantiene viva a la especie en cautividad
"Para esto necesitas más que una anchoa al año, necesitas trabajar con muchas y experimentar con ellas", añade. Hess viajó hasta Croacia, capturaba los peces por la noche, pero "sólo conseguía pescar dos o tres, cuando llegaba al laboratorio estaban muertos y yo muy cansado. Era imposible trabajar de esa manera", recuerda el científico. Así llegó hasta San Sebastián.
Durante la entrevista, Amalia Martínez de Murguía, responsable de Biología del Aquarium, acompaña al profesor alemán. A ella le toca desentrañar cómo ha conseguido mantener vivas anchoas en cautividad. "Tras muchos años de trabajo hemos desarrollado una técnica para manipular el pez. Es una especie muy delicada, muy nervioso, se estresa con facilidad y en seguida pierden escamas. Entran en juego muchos factores el transporte, la manipulación, el tanque, las condiciones del agua...".
En los dos días y medio que ha pasado en el Aquarium, como precisa con exactitud alemana, Hess, consciente de que más de uno se podrá escandalizar, sobre todo después del veto a la pesca de la anchoa en el Cantábrico, ha matado a muchos peces. "Le cortamos la cabeza y entonces estudiamos sus ojos. El órgano sólo nos sirve una hora o dos horas como máximo después de que el pez haya salido del agua", aclara.
Tras las decapitaciones, toca analizar en Alemania los resultados obtenidos. Hess, antes de despedirse, aclara que le encantan las anchoas, sobre todo, "asadas" y que el año que viene volverá con las conclusiones de su estudio.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.